martes, 24 de mayo de 2011

En nuestro repaso a la Historia de España, hemos llegado a una etapa que ha pringado, normalmente, las narraciones y referencias, de prejuicios y falsedades interesadas, que han ido agrandándose con el tiempo, como una bola de nieve que aún no ha parado de rodar. Es muy difícil, casi imposible, definir, desde el punto de vista histórico ¡exclusivamente!, el desarrollo político y social de la España que abarca desde 1939 a 1975, porque no existirá un lector que no deplore un comentario que yo pueda hacer, juzgándolo partidista, y me coloque un sambenito político, o bien exija otro comentario que yo no haya hecho y él considere imprescindible políticamente. Y como yo soy historiador y lo que no sea la verdad monda y lironda no me interesa para nada, me resbala el matiz politiquero.
Es muy de resaltar, y ahora comienzo el descenso de aguas bravas, que la población mayor de 35 años nunca conocieron a Franco, y que aquellos que vivieron en la época franquista durante su adolescencia, para percatarse, al menos, de la situación nacional con un cierto grado de interés y criterio (pongamos 15 años de edad), pasan de los 50 años hoy. Pero aquí todo el mundo opina, y con frecuencia depone, con aplastante entendimiento y dominio del tema, razón, competencia, aptitud e ilustración sobre el asunto franquista. De modo que como la España del fanquismo es una materia ¡que todo el mundo se la sabe! (aunque existen cuarenta millones de relatos distintos, según lo que "han oído"), yo renuncio a relatar este periodo de nuestra historia, de mi historia, que tan bien conozco, que he vivido y en el que, puedo asegurar fui un niño y un joven feliz, ahora no soy un hombre feliz ni por aproximación. Naturalmente la gente que quiera informarse acerca de un tiempo fundamental para la historia de la España contemporánea, que lea cualquier libro que le cuente aquello que quiera escuchar, que hay para todos lo gustos.
Todo lo que llevo vivido en mis 62 años representa, nos guste o no ( a mi no) un antes y un despues de la muerte de Franco, un enorme cambio, el gran salto, y la aterradora metamorfosis que ha sufrido la sociedad desde mi niñez hasta hoy, y digo aterradora, porque el esfuerzo que hemos tenido que hacer los de mi generación (generación puente) para adaptarnos psicológicamente, a un nuevo mundo, para el que no estábamos educados ni preparados, y el que diga lo contrario miente como un bellaco, ha sido titánico, desconsolador, decepcionante, desalentador, amargo y, por lo que a mí respecte, triste, muy triste, y con frecuencia parcheado de errores, que hemos cometido principalmente en lo tocante a la educación de nuestros hijos, y la convivencia en general, una convivencia, que en lo generacional detesto.
Si la vida, para los que vivieron la guerra no ha sido buena, para la generación de la posguerra ha sido totalmente defraudadora, un fraude total, y en cierta medida un tirar media vida al basurero.
Resulta, pues, que despues de esa dictadura franquista donde aprendiste a nadar contra corriente, a esquivar escollos y enderezar tu rumbo, cuando por fin abres los ojos, te encuentras, como diría Serrat, chupando un palo y sentado en una calabaza. Ya tu aprendizaje de la vida, aquello que mamaste y deseabas vivir como una persona respetable y respetada , ya no sirve para nada. Eres padre, intentas educar a tus hijos como parecía razonable, y vas extraviándote una y otra vez, hasta perderlos del todo. Te crees una persona digna y considerada, al menos en el seno de tu familia... Es inútil; el mundo del que partían tus ideales se ha desvanecido como el humo de un cigarrillo. Tienes que improvisar. El tiempo, y con él los fundamentos sociales, pasa ante ti a una velocidad de vértigo. Te sientes envejecido, caduco, inservible, y lo que es peor, fracasado.
Has perdido más de la mitad de tu vida en algo que "ya no se lleva", ni se respeta y que ni los miembros de tu familia quieren. ¡La familia! ¡ Adiós! Solo han sido, algo más de cincuenta años, y un implacable Alzheimer social te devora sin compasión. No me gusta esta sociedad; no me gusta esta España; no acepto esta podrida "democracia"; no me gusta esta Medicina que me veo obligado a practicar; ni la gente, ni las fuerzas de seguridad, ni los corruptos jueces, ni... Han conseguido que mi máximo anhelo sea la jubilación, para aislarme con mis libros, mis pinturas y mi música, y ...¿Donde, donde fue mi niñez? (Serrat).
En fin, este no suele ser mi estilo riguroso ante la historia de escribir, pero, ya que todo el mundo se las sabe todas sobre el franquismo, deseo que pueda contemplarse esa época, desde una perspectiva distinta, no política sino humana, porque fuimos personas quienes lo vivimos, y solo algunas tratan de medrar de los réditos políticos que ha dejado en su estela. Lo demás es historia.
...la historia de una estafa más en la que nos vemos forzados a soportar a una chusma de impotentes intelectuales, indigentes cerebrales, unos borrachos, drogadictos y cerdos que toman al asalto las plazas de nuestras ciudades para demostrar que la justicia ha huido de esta nación y que el orden lo controlan con habilidad política los delincuentes. Pero lo que más me cabrea es que algún medio de comunicación compare a la guarrada que han impuesto estos pijos ineducados pero bien comidos, bebidos y fumados con el movimiento del Mayo francés del 68. ¡Vamos hombre! ¿Ustedes tenían uso de razón en el 68? ¡Pues cállense! A esta gentuza les sobra mugre y les falta lustre y carecen de los huevos que tenían los jóvenes de distintos países que lucharon por un cambio en 1968, llegando a expulsar al presidente De Gaulle.
Balzac afirmaba:
"Si todo, en la sociedad como en el mundo, ha de tener un fin, es indudable que hay aquí abajo algunas existencias cuyo objeto y utilidad son inexplicables".
Las personas con dos dedos de frente tienen muy claro que en la actual situación España no está para jugar al corro de la patata "antisistema". A mi me importa un carajo las diatribas y mojicones entre el vil Rubalcaba, la apátrida Chacón y el descerebrado Zapatero; me trae al fresco si en Cataluña queman todas las banderas españolas, o que asesino va a gobernar en las provincias vascas y si todo ello al Jefe del Estado le parece muy bien porque "hablando se entiende la gente". A mi me preocupa la situación en la Europa a la que pertenecemos cuando interesa: Grecia está camino de la bancarrota, les den 12.000 millones o no. Moody´s afirma que si se reestructura su deuda la quiebra es inminente y en tanto, los sindicatos griegos dando por saco y los partidos de la oposición impidiendo medidas de ajuste. ¡Vamos! de maravilla. Y detrás el trío de la bencina. Por enésima vez: ¡vuelva todo el mundo a contar en pesetas! Y vayan evacuando sus ahorros a paises solventes. La muerte del estado español está al caer.
Poco antes de morir, Amiel, se refería así al supremo trance:
"¿Cómo haré para morir bien? No hay experiencia para ello; hay que improvisarlo, ¡y es tan difícil!

Buenas noches.

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