domingo, 8 de mayo de 2011

Pues antes de seguir adelante con nuestra Segunda y calamitosa República, en el repaso de nuestra Historia de España, voy a dar una pincelada sobre dos acontecimientos que ya anticipé y son para mí de enorme trascendencia el la primera mitad del siglo XX.
En primer lugar la Guerra Civil Rusa: Pues señor, cuando se produjo la Revolución socialista, el ataque al palacio y la detención del zar y toda su familia, se creó, en principio un Gobierno Provisional. La resistencia ante el poder omnímodo autocrático zarista, el hambre, y la falta de libertades civiles, provocó desde 1880 una serie de atentados terroristas y la creación del Partido Socialdemócrata Ruso (PSOR) en la clandestinidad.
Rusia contaba con una población, a principios del siglo XX de 126 millones de almas, de los que la mayoría eran campesinos que vivían, en su mayor parte como podían, bajo el umbral de la pobreza, mientras en las fábricas, solo trabajaban alrededor de los 2 millones de obreros. Una auténtica revolución industrial requería una masa de trabajadores fabriles concentrados en las industrias, y no dispersos en el inmenso campo ruso, y Rusia, aún no había llegado a implantar esa necesaria revolución industrial.
En la historia de Rusia ha habido dos impulsos decisivos para su avance, con dos gobernantes implacables: el primero fue Ivan el Terrible (1530- 1584), que fue el primer gran reformador del estado y el ejercito; conquistador, expandió el territorio ruso, entonces ocupado por multitud de tribus, tanto en Siberia, como en tierras de tártaros, creando una auténtica nación que dirigía con mano de hierro desde el Kremlin (que en ruso significa fortaleza) de Moscú. Lo malo es que desde 1560 perdió el equilibrio mental y empezó a hacer bestialidades, llegando a asesinar a centenares de miles, sino a millones de ciudadanos, incluido su hijo mayor, dejando un terrible saldo de sangre en su trayectoria reformista.
El otro sería Pedro el Grande, otro gran reformador que tras sus viajes por Europa, principalmente por los Países Bajos, alcanzó a comprender la necesidad de llevar a cabo la occidentalización de la, casi exclusivamente rural Rusia, por entonces anclada en conceptos totalmente medievales, cambiando (por decreto) las costumbres, desde la ropa que se debía usar, la manera de comer, o el calendario que debía manejarse para acompasar la vida rusa al resto de Europa.
Reformó y modernizó el ejército, en tanto se las veía muy tiesas con los suecos y los otomanos, y sobre todo emprendió la construcción de una, hasta el momento, inexistente flota, a la que concedió un carácter puntero en el continente y para la cual edificó una ciudad-puerto, a orillas del río Neva en su desembocadura en el Báltico: la bella San Petersburgo, la Venecia del norte. Su acción de gobierno, también trajo la muerte a centenares de miles de personas.
El tercer reformador ruso sería Stalin.
Todo parece indicar que para empujar a Rusia con fuerza en alguna dirección, es necesario el sacrificio de millones de ciudadanos de la misma tierra.
Retomando nuestra Rusia del primer tercio del siglo XX, hemos de considerar que la indolencia, al estilo Luis XVI de Francia (lo que le costó la cabeza), del zar Nicolás II y sus cortesanos, la derrota de la flota rusa ante la japonesa, muy contestada en toda la nación, las masivas represiones del ejército ante las protestas populares hambrientas, así como la enardecida propaganda del agitador marxista Lenin con soluciones revolucionarias ante los problemas de su pueblo, provocaron, primero la división en dos partes de la socialdemocracia rusa (PSOR), creada de manera clandestina, como alternativa inmediata y democrática al gobierno zarista: por un lado los bolcheviques, revolucionarios y de inspiración conspirativa y terrorista, y por otro los mencheviques, partidarios de un partido democrático de masas.
El gobierno que había quedado instituido, con carácter provisional, tras la destitución del Zar, era menchevique, de inspiración socialdemócrata y burgués, y su intención era celebrar elecciones para crear una república al estilo europeo. A ellos se enfrentaron los bolcheviques, que comenzaron su labor revolucionaria creando los Soviets, o consejos de trabajadores en las distintas ciudades, dirigidos ahora por Lenin que había llegado oportunamente a tierras rusas desde el exilio. Estos últimos, más radicales, dieron un golpe de estado el 25 de Octubre de 1917 contra el Gobierno Provisional, y un Consejo de Comisarios del Pueblo, acaudillado por Lenin se hizo cargo del poder.
En los primeros meses de 1918 comienza una Guerra Civil, un juego de ajedrez entre el ejército rojo, el revolucionario, y el ejército blanco que apoyaba al gobierno depuesto, y amparado a su vez por fuerzas británicas americanas y japonesas. Sorprendentemente, a pesar de contar con más ases en la manga y mejores altos militares el ejército menchevique o ejército blanco (la mayoría procedentes del ejército zarista), ganan los rojos, los bolcheviques; los soviets se imponen (Estado soviético), se asesina a la familia real, comienza el terror rojo, la represión y las purgas.
Lenin proclama un estado marxista, la militarización de la sociedad y "el comunismo de guerra" (comunismo= trabajo común y obligatorio, varias horas al día, gratis para el estado). El hambre seguía matando a la gente. Lenin entrega al pueblo las tierras de los propietarios latifundistas, para que cada campesino posea una tierra que trabaje para sí (la tierra es para el que la trabaja). El pueblo sigue muriendo de hambre. La Nueva Política Económica (NEP) de Lenin no tiene más remedio que alentar al sector privado a participar en la industria y la agricultura, al tiempo que por detras va creando la dictadura del proletariado.
Pero Lenin muere el 21 de Enero de 1924, momento en el que se produce una violenta pugna por ostentar el poder entre sus más allegados. El más astuto, más intrigante y asesino incompasivo fue Stalin, que implantó el culto a su persona, una dictadura del terror, con matanzas en masa. Lo primero que hizo fue quitarles a los campesinos las tierras que Lenin les había entregado, para ser administradas por el estado. Las muertes por depuraciones y purgas con acusaciones falsas, y por el hambre alcanzaron valores de millones de personas, muchas de ellas altos mandos de la revolución leninista, que podían hacerle sombra. Por dar un dato ejemplar, Ucrania que no aceptó la nacionalización de sus ricas tierras, sufrió uno de los crímenes más terroríficos del siglo. Los comisarios políticos, escoltados por el ejército estalinista, requisaron todas las cosechas ucranianas y se llevaron todos los elementos agrícolas de las ciudades y pueblos, cerrándoles las fronteras a punta de bayoneta, en un inmenso gueto, donde nada ni nadie podía entrar ni salir, condenándoles a todos los ucranianos a una muerte segura por hambre. Murieron 4 millones de personas de inanición, cuyos cadáveres se veían expuestos sembrando las calles de los pueblos de aquella extensa región.
El régimen estalinista estaba implantado. Las victimas de su represión empezaban a contarse, entre sus propios compatriotas por decenas de millones. Una de las obsesiones de stalinismo era la creación de núcleos revolucionarios comunistas en todos los países europeos, ante la convicción de que la debilidad del capitalismo le convertía en un objetivo seguro a vencer (¡trabajadores del mundo, uníos!). Y, naturalmente, uno de los países que contó con el apoyo soviético, habría de ser la España republicana. Todo esto lo estoy relatando para que se puedan comprender muchos de los acontecimientos que habrán de venir.
Por otro lado en Alemania, Adolf Hitler, un joven frustrado como artista bohemio, que durante unos años hubo de comer de los centros de caridad porque no tenía donde caerse muerto, se alista en el ejército ganando la Cruz de Hierro por su heroísmo en la Primera Guerra Mundial, funda el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (léanse cada palabra otra vez para pensar a que nos suena). Alemania se sentía humillada por el tremendo castigo que le infringían los acuerdos tomados por los vencedores de la Primera Gran Guerra, según el tratado de Versalles. Y con mayor razón cuando los germanos, en situación de penuria económica no pudieron pagar a Francia los costes de guerra y los franceses, muy sutiles ellos, invadieron el territorio alemán del valle del Ruhr, el 1924, arruinando con ello la poca industria que le quedaba a Alemania. Todo ello desató las iras de diferentes grupos alemanes. Hitler y su partido Nazi, trata de dar un golpe de estado que fracasa, dando con sus huesos en la cárcel por cinco años (pero solo estará unos meses); en su celda escribirá un libro: "Mein Kampf", que condensa todas las teorías que fundamentan su doctrina política.
Se presenta a las tres elecciones convocadas en 1932, para nombramiento de presidente y canciller. Gana el anciano Hindemburg como Presidente de la República, pero Hitler no deja de intrigar y en enero de 1933 consigue que Hindemburg le nombre canciller, quitándose a Von Papen de encima. Inmediatamente provoca el incendio del Reichstag (Parlamento) y le echa la culpa a los comunistas, socialdemócratas y judíos (¡Vaya amalgama! Pues coló). Establece una política de partido único, el Nacional Socialismo, aboliendo todos los demás, en tanto sus camisas pardas comienzan a dar muestras de lo que será el futuro de los denominados "enemigos del estado".
Hindemburg muere en 1934. Hitler pasa a ser Presidente y Canciller de Alemania, y de ahí a dictador absoluto, estableciendo un estado de terror para los que consideraba sus enemigos, pero un estado de seguridad para Alemania, la Alemania imperial, grande, racial y vengativa que él había prometido edificar. Naturalmente, tambien como Stalin con el comunismo, Hitler deseaba extender el Nacional Socialismo, pero de otra manera. El origen de ambos dictadores era el mismo: el Socialismo, pero mientras Stalin provocaba metástasis en otros países para infectarlos de sus ideas, y provocar la revolución sin salir de sus fronteras, Hitler no diseminaba el Nazismo, pues consideraba que solo eran dignos de él la raza superior, la raza aria. Hitler invadiría naciones para someterlas militarmente, y que fueran los "alemanes superiores" los que gobernaran esas tierras como una única nación a través de las virtudes nazis.
También apareció un payaso retrasado mental en Italia, cuyo origen político sería haber tenido un padre socialista del ala anarquista: Benito Mussolini. Este individuo, desde su juventud fue un agitador socialista y miembro del Sindicato Obrero Italiano. Arrestado y encarcelado en varias ocasiones por perturbador revolucionario socialista (escribió en periódicos de socialismo-revolución), se enfrentó al gobierno apoyando el descontento italiano, porque después de la Primera Guerra Mundial, (donde él llegó a cabo, como Hitler) Italia, que se encontraba en el bando ganador, apenas recibió unas migajas de recompensa, todo se lo llevaron los franceses e ingleses. Echó la culpa de aquella ofensa a los socialdemócratas, y funda el "Fasci Italiani de Combattimento", más que un partido, un grupo de combate, que usaban camisas negras, y que armados, comenzaron a crear estragos, pero sin una ideología clara. En 1922 marcha, con sus miles de camisas negras sobre Roma. El gobierno se asusta y no digamos el rey Victor Manuel III, que apoya el golpe (más o menos como hizo Alfonso XIII) y nombra a Mussolini Presidente del Consejo de Ministros. La idea final de Mussolini era revivir el antiguo Imperio Romano, de ahí el saludo brazo en alto.
Con el relato de hoy quiero mostrar las sacudidas sociales y políticas que, en la primera mitad del siglo XX, y principalmente después de la Gran Guerra y La Gran Depresión, tuvieron lugar en la harapienta Europa, así como el hecho de que el origen de los tres principales doctrinas políticas que nacieron de aquellos escombros, fue el mismo: el socialismo.
España tenía su República, obtenida de manera antidemocrática, en forma de golpe de estado (aunque permitido por la derecha), y eso nunca consigue un cimiento firme y duradero, porque necesariamente ha de recurrirse a la represalia y violencia, para mantener lo que se consiguió por la violación y el arrebato, dando fundamento a los fanatismos extremos.


Gustavo le Bon, en su obra "Ayer y Mañana", declaraba:
Desde Alejandro a Augusto y a Napoleón, todos los espíritus superiores fueron grandes organizadores.Ninguno de ellos ignoraba que organizar no solo consiste en elaborar reglamentos, sino en hacerlos cumplir. En esta ejecución consiste la principal dificultad de la organización".
Salvo que se trate de algo de ineludible interés, no van a leer en este blog nada acerca de la campaña electoral, vergonzosa y carísima función perteneciente a la deposición política, no solo de este país, en que se pretende cocer a los ciudadanos que se dejen.
Hoy me parece de vital interés la situación económica europea. Yo predije con años de antelación el descalabro final de la Comunidad Europea, tal como se exhibe en este momento, y creo que no me he equivocado ni un ápice, básicamente porque desde Carlomagno Europa jamás ha existido como unidad ni política, ni económica, ni social, ni de ninguna otra manera, y sigue sin existir. En estos momentos hay cuatro países incapaces de seguir a los demás en el maratón del euro. Los famosos rescates consisten únicamente en prestar dinero a una nación, imponiéndole una serie de condiciones de acción política y económica que garantice que pueden devolver lo prestado más los intereses; ¡vamos, igual que un crédito bancario!.
Los cien millones de euros prestados a Grecia, equivalentes al valor solo de la manzanita de "Apple", es decir exclusivamente el valor de la marca, ha sido insuficiente y algunos países se están planteando ampliar la dotación en unos 25 millones más y a un interés más bajo, no obstante estar convencidos que no van a poder devolver, tal como marchan, ni siquiera los intereses. Pues bien, ya hay naciones que han adelantado que no piensan soltar ni una rupia más - Inglaterra e Islandia- y otras, entre las que se encuentra Alemania (con la boca pequeña) y la misma Grecia convencidas de que la única salida es volver al dracma y sacar al país de Platón del euro. Las consecuencias de esta medida son imaginables; ¡Vayan todos recordando como se contaba en pesetas!
La otra reflexión que viene a desplomarse en el teclado de mi ordenador es la curiosa casualidad que entrelaza, una vez más, los destinos de Zapatero y Obama. Obama pasará a la historia, así confía él, como el vengador justiciero que abatió al criminal causante de las muertes del 11-S. Por otro lado, ZP está haciendo lo indecible para ser recordado como el apaciguador de "la guerra" en Vascongadas, el exterminador de ETA, algo así como el moderno Godoy. La diferencia estriba en que en los EEUU no se va a consentir que el mulato juegue con la seguridad del país; en aquella nación el patriotismo, la bandera y su posición en el concierto mundial son causas que no se sostienen a discusión, mientras que en la miserable España, a nadie le preocupa ni la bandera, ni el himno, ni mucho menos la patria propiamente dicha, salvo en el caso de que se jueguen mundiales de fútbol. ¿Pero verdad que no deja de ser curiosa la coincidencia entre estos dos merluzos?
Por cierto el amigo de Zapatero, Moratinos, la Trini y toda la pandilla, Fidel Castro, ha vuelto a asesinar a palos a un ciudadano. Desde luego entre los amigos de los progres españoles y los primos africanos de nuestro rey, la población mundial puede mantenerse estable.
¡Y que no me entere yo que ninguno de mis amigos lectores presta la más mínima atención a los rebuznos de la presente campaña electoral! ¡Hasta ahí podíamos llegar!
Decía Erasmo:
"Estulticia es la que engendra las naciones, la que conserva los imperios, las magistraturas,, la religión, los consejos y la justicia, porque la vida humana no es absolutamente nada más que un juego de locos".

A descansar.

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