Ya hace meses emití una serie por entregas, como es mi costumbre, sobre los sucesos más relevantes de las dos Guerras Mundiales del siglo XX. A riesgo de ser un plomo voy a reeditar aquellos recuerdos históricos, en la convicción que, sin embargo, a muchos lectores les apetecerá recordar sucesos de gran transcendencia y tan próximos a nuestra actualidad. Y bien vamos a dar inicio al repaso de la Primera Guerra Mundial o Gran Guerra, como a mí me gusta definirla:
Empezaremos desmigando los antecedentes de semejante drama, lo que, a mi modo de ver, es la parte más importante del relato. Lo demás es táctica y estrategia militar. En realidad, la Gran Guerra no fue más que un ajuste de cuentas, deseado por todas las potencias europeas, como "venganza" por afrentas sufridas en el pasado siglo XIX, y las rivalidades, principalmente comerciales y militares del momento, bajo la convicción de que aquello iba a ser un paseo militar. Mandarían al frente unos miles de aguerridos soldados, en perfecta formación, y unas docenas de cañones; pegarían unos cuantos tiros, en lo que no tardarían más de cuatro o cinco meses, y por Navidades en casa, a contar a la familia que habían puesto en su sitio a aquellos listillos de la trinchera de enfrente, por fin, y que corrían como gallinas en desbandada.
Y lo grande es que, todos y cada uno de los beligerantes pensaban lo mismo. En la linea de desquites, por ejemplo, Francia le tenía unas ganas locas a Prusia, por la escabechina que le organizó en la guerra Franco-Prusiana, cuya causa desencadenante fue, como ya sabemos, la búsqueda de un rey para España, tras la expulsión de Isabel II. Y será, precisamente esa contienda la que aglutinará, a todos los estados confederados alemanes (ilustres miembros del carolingio Sacro Imperio Romano Germánico), alrededor del más poderoso de todos ellos: la Prusia de Von Bismark, en 1871; hasta ese año Alemania no existía como nación.
Italia, por su parte, tampoco existió como nación hasta 1870, fecha en que el rey del Piamonte (y padre de Amadeo de Saboya) Victor Manuel II, por el norte, y el aventurero Giuseppe Garibaldi, por el sur, fusionaran todos los estados, reinos, repúblicas, etc., que se mantenían independientes, desde época medieval. Y, como no, la Italia de principios del siglo XX, también le tenía ganas a Francia, principalmente desde las invasiones napoleónicas.
Otra causa de rivalidad entre las naciones europeas era el colonialismo. Las colonias, que tuvieron su origen en el racismo europeo, que imponían su "civilización" sobre razas y pueblos que consideraban inferiores, y a los que "había que civilizar" (y cristianizar, por cierto), representaban varias ventajas para los "civilizadores" del Viejo Continente: primero la obtención de materias primas (es decir el robo, algo en lo que los ingleses, y sus trasuntos Yanquis, así como los japoneses son maestros); después la garantía de encontrar potenciales mercados para sus productos (principalmente la industria siderometalúrgica) y en tercer lugar el prestigio que representaba, ante las demás potencias, el dominio sobre más cantidad de pueblos de África o Asia, que el vecino (vamos, a ver quien la tiene más larga).
Pero también había otras causas de inestabilidad europea en aquellos principios del siglo XX, tales como un desmesurado nacionalismo de las potencias y la necesidad de mostrar sus músculos al personal, es decir la carrera armamentística, fabricando, día a día mejores y más poderosas armas que el vecino, principalmente barcos de guerra. Y digo que Europa se balanceaba en la cuerda floja, y no retiro una coma, si consideramos episodios como que en 1898, (el año en que siguiendo esta línea bucanera, EEUU, hijo putativo del inefable Imperio Británico, nos robó a los españoles Cuba y Filipinas) Inglaterra y Francia estuvieron en un tris de llegar a las manos, por un rifirrafe en Sudán.
Un año más tarde, la revolución de los campesinos holandeses "boers" de Sur África contra los británicos, fue apoyada por Alemania, aunque no fuera más que por molestar, y en 1911, Alemania y Francia, se enseñaron los dientes por su establecimiento en tierra de Marruecos. ¡Alguien da más!
Pero lo que resultaría determinante pare el estallido del conflicto, serían dos factores decisivos: las alianzas y los Balcanes. Aquella exhibición, tipo somormujo, condujo a que las potencias llevaran a cabo alianzas de autodefensa (muestra de que esperaban la guerra). Por un lado se desarrolló la Triple Entente, coalición entre Inglaterra (la mayor potencia colonial y naval), Francia (la más débil industrialmente), y Rusia (sociedad eminentemente agrícola, que se había quedado sin un barco cuando los japoneses les dieron para el pelo, en Corea y Manchuria en 1904). Por otro lado, las Potencias Centrales, Alemania y Austria-Hungría, confeccionaron su propio tratado de defensa mutua. Quede claro que estas alianzas no se llevaron a cabo para favorecer el intercambio comercial, o algo parecido, sino para defensa recíproca en caso de guerra (algo así como la OTAN y el Pacto de Varsovia), lo cual, en sí mismo, representaba una provocación.
Finalmente hemos de analizar la situación de un territorio que ha sido, y sigue siendo, una bomba de relojería: los Balcanes. Y aquí es donde se prendió la mecha de la bomba, que construían entre todos. Veamos: A principios del siglo XX, el territorio de los Balcanes, e incluso Rumanía, pertenecían al, ya tambaleante, Imperio Otomano, es decir, a los turcos, quienes dominaban, así mismo, todo el Oriente Medio, Arabia, (en realidad solo la franja costera, pues los desiertos del interior, domicilio de tribus nómadas, carecían de interés), el Caúcaso y algunos territorios del norte de África, y por supuesto la península de Anatolia, lo que hoy entiende todo el mundo como Turquía. De modo que, por este motivo, gran parte de la población balcánica era (y sigue siendo) musulmana, mientras el resto eran cristianos ortodoxos (lo mismo que los griegos) lo cual a los rusos les enaltecía, y consideraban hermanos a esa parte de los habitantes, a los que, ignoro las razones antropológicas, consideraban tan eslavos como ellos mismos, y ello resultaría motivo para que los zaristas no dejaran de fastidiar en la región, con sus ejércitos, para disgusto del Imperio Austro-Húngaro.
Finalmente, en 1878, los peces gordos se reunieron en Berlín y decidieron que había que dividir la región en tres naciones: Rumanía, Serbia y Montenegro, dejando fuera del acuerdo a Bulgaria y Grecia. Dicho de otro modo, la región de los Balcanes se la habían repartido entre Austria-Hungría, por un lado y Rusia, por otro. Y ahora viene el tomate:
Austria, a la vez que tenía anexionada Hungría, de etnias eslavas y magiares, también controlaba Croacia y Rumanía, y en 1908 se anexionó Bosnia-Herzegovina. Aquello ya era demasiado para Rusia que patrocinó las dos primeras Guerras Balcánicas, durante 1912 y 1913, en las que los serbios expulsaron a los turcos y aprovecharon para aumentar su territorio al doble de extensión y población, atrayendo a una parte de croatas y bosnios, con los que soñaban crear el imperio de la Gran Serbia (todo esto nos debía de sonar pues es un calco del drama ocurrido en nuestros días en la, ahora llamada Yugoslavia).
Resumiendo, que el domingo 28 de Junio de 1914, el heredero de la corona austriaca, ostentada por el anciano Francisco José I (el esposo de la asesinada Sisi, y cuyo único hijo se había suicidado en el palacio de Mayerling con su amante), su sobrino Francisco Fernando, marchó con su esposa, no muy querida por el emperador, a darse un inoportuno garbeo por Sarajevo capital de Bosnia, a la sazón territorio recientemente agnado por el Imperio Austriaco, siendo asesinados ambos por un terrorista llamado Gavrilo Príncip, aunque tras el magnicidio se encontraba un grupo de militares serbios conocidos como la Mano Negra.
Pues, ya estaba prendida la mecha. A partir de este momento, los acontecimientos se sucedieron con una velocidad pasmosa, sin que nadie pudiera, ni quisiera en un principio, detenerlos, hasta que el drama bélico dio la cara.
Pero ya era demasiado tarde. Los cuatro jinetes del apocalípsis cabalgaban sin compasión por los campos de la inconsciente Europa. En fin que entra austriacos y serbios, las espadas estaban en alto, muy en alto.
Barbey D´Aurevilly, en "Las Diablesas" se expresaba en estos términos:
En los presentes deliciosos tiempos, cuando se refiere una historia inverosímil, no parece sino que la ha dictado la realidad".
En los presentes deliciosos tiempos, cuando se refiere una historia inverosímil, no parece sino que la ha dictado la realidad".
El show de la policía catalana con los piojosos drogadictos y borachos de la Plaza de Cataluña, ha dado una muestra de la ética y la moral de los servicios de seguridad del estado y/o las autonomías. Los titulares de la prensa hablan de la torpeza de los Mossos, en realidad y en honor a la verdad radicalizados por la celebración del partido de la final de la Copa de Europa, evento de mucha mayor notoriedad que la voluntad popular secuestrada por un puñado de cerdos progres, en nombre del pueblo, que en España se las traga dobladas. Yo creo que, al menos, Pajín debería exigir para estos desarrapados burgueses, difusores de enfermedades en virtud de la falta de higiene con la que manifiestan su indignación -y que ya colocan al frente de su manifestación a un tío en una silla de ruedas (hace años era el cojo mantecas) así como la asistencia de las presidenciales góticas-, el uso de bozal y collar antiparasitario; es la ley para los animales de compañía (en este caso mascotas de Rubalcaba). En cambio, hay que ver la diligencia que mostraron el día 25 los policías cargando contra los negros del top manta, a los que nadie representa, por cierto, arrollando en la embestida a una pobre viandante, a la que patearon en el suelo y a la que los funcionarios denegaron el auxilio, delito tipificado en el código vigente. ¡España, pais sin ley!
Les juro que no sé quién me provoca más nauseas si Garzón suplicando que no le metan en la cárcel o Pascual Sala tratando de justificar su carrera de sectarismo arropado con una toga, para satisfacer a una región de asesinos. Aunque quizás quién se lleve la palma de la desvergüenza sea Rodriguez Ibarra, afectado sin duda de un síndrome bipolar oportunista, arando hoy hacia el monte y mañana hacia el valle; ordeñando unos días la vaca y otros al cabestro, todo según le sople el viento.
Y, sin duda, como despropósito mundial, el G-8 resulta que, como a Europa le sobra el dinero, va a financiar las revueltas de los islamitas con la pasta que sea necesario (dicen que 28.000 millones). ¿Sabrán estos majaderos con quién están tratando y lo que se juegan en este órdago musulmán? No lo creo, como no creo que sepan lo que van a hacer incorporando a Serbia a la CE, a cambio del psicópata de Mladic, cuando es un asunto que se arregla aplicándole la ley de fuga. ¿Es que ya nadie recuerda en Europa quienes son los Serbios? ¿Nadie recuerda la historia de los Balcanes y la sangre que sus líderes han derramado desde la Edad Media hasta nuestros días? ¿Tampoco nadie recuerda la historia del Islam desde el siglo XVII hasta día de hoy inclusive? ¿Es que son idiotas o más ignorantes que un licenciado vasco?.
Con razón Balzac reflexionaba:
"Si todo en la sociedad como en el mundo, ha de tener un fin, es indudable que hay aquí abajo algunas existencias cyo objeto y utilidad son inexplicables".
Mañana más. Que descansen.
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