miércoles, 4 de mayo de 2011

Siguiendo con nuestra Historia de España comentaré que la regencia de Mª Cristina de Habsburgo, segunda esposa de Alfonso XII, hay que recordarla como una amarga experiencia. En los 17 años que duró su reinado, durante el que mantuvo una discretísima posición de arbitrante moderador, siempre dejó que los gabinetes que se alternaban entre los presidentes Cánovas y Sagasta, tomaran las decisiones de gobierno, y durante ese tiempo (1885 a 1902), España pasó a representar, definitivamente, el papel de destino de todos los sopapos, no solamente en Europa, sino en el mundo entero.
En 1893 se encendió la guerra con Marruecos. Precisemos que no fue una campaña contra el sultán de Marruecos, como años antes ocurrió, sino contra las tribus bereber que rodeaban, principalmente Melilla, y que se unían para atacar los puestos españoles en grupos de miles de desarrapados moros. El sultán miraba, daba la razón a España y esperaba el consabido desgaste; los ingleses, con Gibraltar allí mismo, torcían el mostacho y aguardaban expectantes y los franceses alentaban a los españoles (les alentaban solo, pero no se mojaron ni los borceguíes), con la convicción de que entrarían en el reparto de los despojos africanos, como así ocurrió. Los errores militares y otros factores tácticos, estratégicos, y derivados del difícil terreno, que tan bien conocían los rifeños, provocaron incontables muertes entre las tropas españolas.
En 1895, estalló definitivamente la Guerra en Cuba, algo que ya se venía mascando desde hacía muchos años. Más que la guerra en sí misma, las enfermedades como la malaria y la disentería, provocaron miles de muertos entre los militares españoles. Los jóvenes marchaban a la isla caribeña en barcos abarrotados, pero solo volvían un puñado, y además, pertenecientes a las familias más humildes, las que no podían pagar el tributo que se exigía para evitar ser movilizado, y las que necesitaban aquellos brazos jóvenes para labrar la tierra de su familia, que de otra forma se moría de hambre. Esta situación, insostenible, en una España empobrecida y mísera, fue aprovechada por los independentistas catalanes, y los núcleos de asociaciones socialistas de trabajadores, para elevar la conflictividad social a niveles difíciles de controlar. En 1897, asesinan a Cánovas (conservador), quedándose desde entonces con el gobierno Sagasta (liberal), para regocijo de la regente, ya que era hombre se su total confianza. Finalmente en 1898, los siempre ladrones yanquis, dinamitan uno de sus propios barcos, anclado en el puerto de la Habana, ,el Maine. Los canallas de la prensa amarilla americana se echa encima de España como una camada de hienas, culpándola del hundimiento, y el presidente Mc Kinley, otro sinvergüenza como la copa de un pino (y masón, lo mismo que Sagasta), ve la oportunidad de quedarse con las pocas posesiones que aún conservaba una España, que no era capaz de responder en caso de conflicto bélico.
Y en efecto declara la guerra a nuestro país, le hunde los pocos barcos que le quedaban, matan a miles de heroicos militares y nos roban Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, y con estos territorios, la caña de azúcar, el café, el cacao, etc. Bueno, tres años después mataron a Mc Kinley de dos tiros; algo es algo.
El drama que en 1898 representaba una España de rodillas ante el mundo, pobre y harapienta, resultó tan insoportable para la intelectualidad de la época, que generó un grupo literario unido por la amargura, que se conoce como la Generación del 98, a la que pertenecían cerebros tan ilustres como Maeztu, Benavente, Baroja, Azorín, Unamuno, Machado (ambos), Ortega, Menendez Pidal, Valle Inclán y el mismo Ramón y Cajal, empeñados en la empresa de lavar el honor de aquella España desgraciada, aunque solo fuera con el valor de sus plumas, su labor científica y siempre conteniendo las lágrimas y la rabia. Ya comenté ayer que Alfonso XII murió estando su esposa Mª Cristina embarazada de un varón, que nacería pocos meses después de morir su padre, siendo nombrado inmediatamente Príncipe de Asturias, para reinar, a su mayoría de edad como Alfonso XIII. Y en estas condiciones tan lamentables llevaría a cabo España su entrada en el siglo XX.

Decía Bernard Shaw que:
"El arte de gobernar es la organización de la idolatría"
Y en lamentable situación camina también la España de hoy día, en una situación de absoluto desgobierno, donde ninguna institución obedece a una legislación, a una normativa que se aproxime a la de un estado de derecho. Unos partidos con representación parlamentaria aplauden la "república española", otros abren las cárceles y sueltan a la calle asesinos o queman iglesias, el teórico presidente echa la culpa de los desastre del gobierno a cualquiera mientras defiende el aborto (no es de extrañar porque con las góticas) a ver si caza un voto, los socialistas vascos y catalanes niegan acompañar al partido socialista nacional y trabajan por su cuenta, los más de 5 millones de parados (a los que yo llamaría 5 millones de callados), que resultan ser "fantasmas de la derecha", donde hoy el gobierno apuesta por aceptar a Bildu en las elecciones (ya dije yo que cada día una cosa distinta), el parlamento es una jaula de grillos con un presidente imputado por golfo, los tribunales una casa de putas, y las fuerzas armadas y de seguridad un patio de monipodio.
En definitiva donde el delito institucional debería llenar más celdas que el delito común. Pero entre todo el frangollo patrio, una noticia de hoy me parece de gravedad más representativa: el hecho de que el profesor Barbacid, director del Centro de Investigaciones Oncológicas, donde el oncólogo estaba consiguiendo resultados esperanzadores no pueda continuar sus investigaciones contra el cáncer, cuando se encontraba muy cerca de un medicamento curativo, porque le ha retirado la subvención la necia e inútil Garmendia, mientras la ministra de "cultura", que confunde la Ínsula Barataria con la "isla Barataria", y además no sabe que ese "sitio", regala dinero a manos llenas a la progresía del patético cine español y la de sanidad, la ignorante, aunque adornada de títulos imaginarios, Pajín está pringada en delitos de estafa, prevaricación y cohecho con el resto de su familia por muchos millones de euros. Todo aquel que en los próximos años desarrolle un cáncer deberá saber que podría haberse curado si no fuera por la pandilla socialista-masónica de Zapatero. Esta noticia es aún peor que la de los 5 millones y pico de "callados". Yo que don Mariano Barbacid me marchaba de este asqueroso país, ya que su prestigio se lo permite, y no volvía a pisarlo más; lamentablemente yo no puedo.
Paul Valery afirmaba que:
"Todos nuestros enemigos son mortales".
Y ya puestos a emplear soluciones radicales, podíamos aprovechar que "ha desaparecido Bin Laden", por el procedimiento que haya sido, y continuar con la saga de la gente sobrante como el mismo Gadafi, Putin, Asad, Kim jong il, Ahmadineyad, Mugabe, Calderón, Berlusconi, Chavez (con z y con s), Hu Jintao, Daniel Ortega, Evo Morales, Yusuf, Kaabah, Kagamé, Rubalcaba, ZP... todas las autoridades gubernamentales y más de la mitad de los vascos y los catalanes. A propósito, que ya tenemos a un grupo de gallegos, dispuestos a crear la "Galicia libre socialista" en una tierra en que compran votos (Orense) a cambio de comida para la gente más necesitada (esto el PSOE), medida que están llevando a cabo en otros muchos lugares de la piel de cabestro el partido en el gobierno. De modo que no nos paremos en Bin Laden y adelante.
Por cierto que el mamarracho de Obama y Cia. asegura que aunque no tengas armas y solo forcejees, se considera resistencia a la detención y te sueltan un tiro en un ojo. Va a visitar los EEUU su puñetera madre.Hace dos años visite Rusia y si fuera necesario volvería, pero la tierra de Billy el Niño ni por regalo.
Y ¿que le vamos a hacer? Pues, como relataba Remarque en "Tres Hombres y Una Mujer":
"Estábamos los tres inmóviles en las banquetas del bar. la música murmuraba. La vida corría límpida, vigorosa, potente por nuestros pechos. La desolación de los asquerosos cuartos de alquiler que nos esperaba, la desesperación de vivir no existían ya para nosotros... La banqueta del bar era el puente del capitán de la vida, y nosotros, llenos de optimismo, hacíamos rumbo hacia el porvenir".

Que descansen.

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