¿Que era aquello de la escuela de traductores de Toledo?
Durante los siglos XII y XIII se produce en Toledo un hecho absolutamente inédito en la historia de la cultura, tanto hasta entonces cuanto en posterioridad:: tres razas secularmente adversarias se reúnen y, llevadas por el convencimiento de la razón llegan a constituir uno de los hogares más poderosos de conservación y de expansión de la cultura clásica, ahogada por el miedo ancestral de la Iglesia a las ciencias de la naturaleza; por primera vez los cristianos, los árabes y los judíos constituyen un lugar destinado a las traducciones de los autores clásicos, especialmente Aristóteles, que durante 600 años se habían conservado entre los alejandrinos, primero, luego entre los siriacos de Bagdad y posteriormente entre los árabes, que las llevaron a España. Hay que citar los nombres de al-Farabi, Avicena, Averroes, Maimónides e Ibn Gabirol, para darse cuenta de la extensión y profundidad que abarcaron los estudios aristotélicos entre estos filósofos.
Cabe mencionar que también el hecho del peregrinaje jacobeo atrajo a muchos estudiosas que conocían la fama de Juan de España, de Miguel de Escoto y de Gundisalvi como traductores de Aristóteles, mucho antes de que se comenzaran en París las traducciones directas del griego. Entre ellos también destacan el judío Abuteus, Herman el alemán, Virgilio de Córdoba y Pedro Gallego, confesor de Alfonso X el Sabio.
Don Quijote, que tanto y tan sensato nos aconseja, reflexionaba:
"La justicia se estaba en sus propios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interés, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen".
Algo me dice, queridos amigos, que no me escapo de traer a nuestros comentarios al "corruto" de Blanco, dadas las derivaciones que, como espíritus del más acá trae el reciente episodio, por otro lado uno más en la historia del partido de los "100 años de honradez".
Cierto es que ya se han contado y escrito cantidad de historias y consideraciones, a favor y en contra de Blanco, hasta el punto de haber oscurecido en la prensa la peripecia mediatica y patética del bodorrio del año. En esta línea he escuchado cantidades ingentes de sandeces, imprecisiones y necedades y alguna reflexión acertada, como si esta denuncia no procederá del mismísimo PSOE. Vamos a verla trama: el ministro de Fomento ha reconocido haber parado en una gasolinera y allí, fuera de todo protocolo, recogió, en presencia de toda su escolta a un individuo al que ahora han detenido por golfo. Este tipo es un industrial que está sometido a investigación, y sus empresas a una auditoria encargada por la juez que lleva el caso; pero lo cierto es que él le recogió y trasladó a su coche con algún propósito que no nos ha aclarado ¿sería para "ayudarse mutuamente" o porque Dorribo (no derribo) que es como se llama el presunto mangante trajérale tabaco de canarias a Blanco, lo cual sigue sin aclararse, pero le montó en el coche oficial y allá que se fueron entre los caminos brumosos do reinan las meigas. Esto es innegable e innegado. Igualmente parece que en la actividad de reciproca "ayuda" andaban pringadillos un familiar (si es un "primo" o no ya se verá) del ilustrado político y dos barbianes que solo falan galego con cargo político en la tierra de Rosalía de Castro y aspecto de bien nutridos, mejor bebidos y excelentemente vestidos y que cuando las han visto venir, han presentado sendas dimisiones de sus respectivos nombramientos para tener tiempo de colocar la pasta en algún paraíso: ¡cabal!. Por cierto que uno de estos "corrutos" ha expresado su convencimiento de que detrás de semejante cantada hay una intencionalidad política ¡coño! pues eso estoy diciendo yo.
Hasta ahora todos de acuerdo. Más hete aquí que el CNI comienza a hacer pinchazos telefónicos y persecuciones, cual los hombres de negro, pero no a los aledaños de Pepiño y tal y tal, sino espiando a la juez, y miembros de su gabinete, que investiga semejante atropello, en la ciudad de Lugo, y encima (no se lo van a creer), unos desalmados van y roban los ordenadores y documentos de las oficinas de la empresa que audita los negocios de Dorribo para aclarar todo este tomate y más cosas, y donde figuran algunas cosillas de presunto compromiso para el ilustre académico gallego conocido por don José. ¡Vaya por Dios! ahora es cuando empiezan a no estar las cosas claras, o dicho de otro modo, cada vez que pasan las horas, más oscuras, porque Pepiño, con aspecto severo, que dado su perfil se me asemeja al pato Donald cuando agarraba algún berrinche, afirma haber emprendido "aciones" legales contra tan "indinante" acoso, pero cuando uno busca semejante querella resulta que no hay tal, sino una petición a la juez de la declaración en la que Presuntamente el Dorribo le implicaba.
Bien, de todo esto pueden ustedes informarse en la prensa de papel, radiofónica o televisiva, pero a lo que yo quería entrar a matizar, al hilo de lo que se escucha en las múltiples tertulias, es lo siguiente: estoy totalmente de acuerdo en que, antes de acusar de cohecho al excelentísimo señor Blanco hay que esperar a que los acontecimientos y sus daños colaterales judiciales se decanten, sin precipitaciones, pero no como se empeñan en afirmar todos y cada uno de los contertulios del color que sean, porque el denunciante sea un perdido rufián imputado de mil y una fechorías, porque peores son los de ETA y les merecen toda credibilidad a los miembros de este gobierno cuando digan que van a ser buenos, ni por aplicar de manera escrupulosa la presunción de inocencia, porque tal es un derecho que alcanza a todos los ciudadanos... pero ante la justicia, es decir que yo no tengo, como ajeno al mundo de la ley, ninguna obligación de presumir que Pepiño es decente, porque no lo es, será la juez la que se vea obligada a semejante escrúpulo. Claro que este derecho se aplica a todo el mundo, salvo que los justiciable, porque les sale de los órganos reproductores, en determinados contribuyentes invierten la carga de la prueba, como nos pasa a los médicos; es decir que a mí me acusa un paciente de haberle auscultado de manera negligente con un fonendoscopio demasiado frío, lo que le produjo un retemblor y como consecuencia se le cayó a su mujer el niño de las manos y desde entonces la criatura parece estúpida. Naturalmente todo el mundo pensará que el denunciante viene obligado a demostrar sus afirmaciones ¡Pues no señor! Tendría que ser yo quien demostrara que soy inocente de no entibiar el aro de metal del fonendo antes de usarlo en un honrado ciudadano que ¡para eso paga! sin que se me considere inocente hasta que se demuestre lo contrario, pues con los médicos se invierte la carga probatoria. ¿Comprenden? En otras palabras los de la ETA y Pepiño, son inocentes, pero yo no desde que entro en la consulta o en quirófano, salvo que pueda comprobarlo. Así se escribe la historia. De todas formas la primera entrega, el primer episodio del serial "los corrutos contra Pepiño" tiene peor pinta que la Pajín en bikini (si no la han visto, se lo aconsejo), cuyo aspecto me recuerda aquella triste historia que nos cuenta que una anciana llena de dolores y hastiada de la vida desea suicidarse pegándose un tiro, y a tal fin, pero sin confesar sus intenciones, pregunta a su médico de cabecera donde se puede localizar el corazón en el plano anterior del tórax; el galeno, ajeno a tan terribles propósitos responde que debajo de la tetilla izquierda. Pues dicho y hecho, la anciana carga la escopeta de caza que conserva de su difunto esposo y... se jodió la rodilla izquierda. Pues eso.
Con razón se expresaba Montaigne de aquesta guisa:
"La escasez de medios es posible corregirla, la pobreza del alma no".
Buenas noches amigos míos.
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