A partir de este momento, nuestra Historia de España, empieza a volverse polémica, porque los sucesos acontecidos desde el siglo XIX ya tienen una repercusión definitiva en el futuro, incluso hasta nuestros días, y la frecuente manipulación de las realidades históricas, se hace políticamente interesada y descaradamente utilizada para fines fraudulentos.
La segunda parte del reinado de Carlos IV, fue un dechado de despropósitos, como es difícil volver a contemplar. La Revolución Francesa resultó ser un fracaso, afirmo, si consideramos sus propósitos, útil solamente para todos aquellos que necesitaban cepillarse los dientes todos los días con sangre.
Ya he dicho en otra ocasión que las revoluciones siempre han sido llevadas a cabo por la clase burguesa, y la intelectualmente capacitada que desarrolla la probatura unos ideales teóricos, para que, finalmente, la necia chusma siga sin pan que llevarse al talego, no resuelva sus problemas sociales, pero mate a los ricos y a los curas, y así el hambre es más soportable. En Francia llevaron a cabo una revolución, que devoró incluso a los mismos padres que la parieron, para derribar una monarquía, instaurar una chapuza, que ni era república ni nada parecido, matar a millones de ciudadanos y luego adorar a un general que se coronó emperador a sí mismo; después continuar derribando al ídolo de barro, y volver a coronar un rey. ¡Bien!
La Francia de Napoleón era enemiga a muerte (literalmente) de la Gran Bretaña del majareta del rey Jorge III, lo que equivale a decir la Inglaterra del duque de Portland, lo que equivale a decir la Inglaterra de Wellington, posiblemente el mejor general que han tenido los ingleses en 300 años. Pero Inglaterra, como tal enemiga de Francia, mantenía una alianza con Portugal, y con otros países europeos, y a Napoleón le interesaba sobremanera controlar la Peninsula Ibérica, para tener ese flanco asegurado y dedicarse a las conquistas del lado oriental, de modo que como el señor Bonaparte era un zorro, teniendo claro que la monarquía española era una olla de grillos, invitó a los reyes, al canalla de su hijo Fernando y a Godoy a pasar una temporada en Francia, concretamente en Bayona, para charlar de alianzas. Una vez que los tenía a buen recaudo, les dijo que iba a pasar tropas por España para atacar a los portugueses. Aquello coló, de modo que además de atacar a los portugueses, sin gran éxito, todo sea dicho, dejó sus ejércitos en España, y ocupó Madrid, en tanto que lo que quedaba de parlamento español salió pitando lo más lejos que pudieron, es decir a Cádiz.
Los reyes, el heredero y el valido tragando; pero cuando Napoleón, tranquilo por la docilidad del rey y el Príncipe de Asturias, que se insultaban incluso delante de él, pretendió exiliar hacia Francia al resto de la familia real, el pueblo de la villa y corte y localidades aledañas se levantaron contra los franceses, al grito de muera el gabacho. Las masacres que llevaron a cabo las tropas napoleónicas entre el desarmado pueblo español, porque el ejército regular, con la excepción de los héroes de Monteleón (Daoiz y Velarde) y algún otro patriota, y una victoria en Bailen, no tardaron tragarse el ardor guerrero y dejar que el pueblo se las compusiera. Y en efecto la resistencia era popular. Cada localidad tenía su "ejército" con líderes verdaderamente surrealistas, y a veces auténticamente delincuentes comunes, que no obedecían a nadie más que a ellos mismos y que llevaban a cabo una guerra de guerrillas, sin orden ni disciplina. Lo llamaron Juntas de Defensa Locales.
Esto a Napoleón ya no le hacía ninguna gracia: el rey español era in imbécil, que acabó abdicando en su hijo, y este traidor, bien comido y bebido, vivía de perlas en Francia. Pero el pueblo español no estaba por dejarse domar. De modo que, el emperador sustituyó a Carlos IV por su propio hermano José I (llamado por los españoles "Pepe botella"), quien entró al mando de la Grande Armée, y se acabaron los ejércitos españoles. No está claro si era gustoso de deleitarse con los caldos de la tierra hispana, o no el bueno de José, y tampoco niego que puso buena intención, a la "francesa", de gobierno, como tantos otros familiares de Napoleón que fueron colocados en distintos puestos de responsabilidad en Europa, pero la majadería que ahora gustan por divulgar a pseudohistoriadores de que hubiera sido mejor haber seguido adelante con este rey, que era el factótum de grandes ideas avanzadas y liberales, no hay quien se lo trague. ¡Un rey impuesto, como la marioneta de un emperador! Hubiera sido, sin duda, algo muy progresista, aunque desde luego no peor que la opción de Fernando VII.
Ya entonces las opiniones se dividieron entre patriotas y afrancesados; Goya fue un afrancesado que tuvo que exiliarse a Francia después de la guerra y murió en Burdeos, mientras Beethoven resultó un napoleónico, llegando a dedicar la 7ª Sinfonía al heroico general, aunque, más tarde, con la iluminación con que estaba dotado el genial, aunque rústico, sordo, cuando aquel se coronó "imperator", tachó la dedicatoria, titulándola, simplemente "la heroica". Entretanto, en Cádiz, la pantomima de Cortes Españolas, que amalgamaron algunos absolutistas, ilustrados y liberales de avío, redactaron una Constitución, a la que el pueblo llamaría "La Pepa", aunque yo todavía, con la nación desangrándose, sin ejército y cada uno a su aire, no he entendido para que aquel gesto de ambientación de inmediata normalidad, entre otras cosas porque me da la impresión que se trataba de rizar el rizo de las doctrinas de la Revolución Francesa, pero sin revolución, sin franceses y con más miedo que un perrillo chico. Había que demostrar que en España el levantamiento contra el gabacho contaba con un cimiento legal de un legislativo, sin ejecutivo ni judicial, aunque fuera mentira, y aquellas Cortes no representaban a nadie, pues nadie las había pedido, ni votado, ni necesitado; pero la historia la escriben los hombres y ahí está la Constitución valerosa, inteligente y fuera de lugar, alumbrada el día de San José, de las Cortes de Cádiz; pues ¡Viva la Pepa!
Finalmente, cuando Napoleón cayó en desgracia, los franceses, siempre de ideas tan insobornables, nuevamente instalaron en el trono a un Borbón: Luis XVIII, que volverian a descabalgar de nuevo por Napoleón, durante 100 días, para coronarle otra vez hasta 1824. En fin haber masacrado media población francesa en una revolución de dirección masónica, que se considera ejemplo de arranque de libertad popular para esto.
Pero no queda ahí la cosa, desaparecido Bonaparte, nuestro brillante nuevo rey Fernando VII, volvió a España ante el enardecido clamor popular, que le apodó "El Deseado", convencidos de que había estado defendiendo nuestros intereses, los de los torturados y asesinados por los franceses que Goya pintó una y otra vez.
De los manuscritos de Montesquieu, recogemos esta frase:
"En los estados despóticos, la tranquilidad no es nunca la paz; recuerda el silencio de esas ciudades que el enemigo acaba de ocupar".
Amigos lectores, no me cabe la menor duda que los acontecimientos que estan teniendo lugar durante esta semana habremos de sobrellevarlos como penitentes bajo el sayo de la cofradía de el Padre Jesús Crucificado. No obstante hay algunas cosas que no soporto ni en Semana Santa.VG.: La prensa informa que el PP se pregunta como es que la Ertzaintza permitió que personas que hace unos días afirmaban rechazar la violencia corearan la puesta en libertad de terroristas ¿Y a quien querían que corearan los asesinos vascos, al Papa?. Para empezar es más propio decir asesinos y ya. Pero es que no soporto el cinismo ni que me tomen por imbécil, cuando un tipo que ha aplaudido la legalización de esos asesinos y ahora que intentan darnos la de cal. Rajoy es un canalla y un traidor, que no le quepa a nadie la más mínima duda... y la Chacón, el Pepiño y la Trini otro tanto; porque creo recordar que el mandato de la ONU sobre Libia alcanzaba a declarar un espacio de exclusión aérea, lo que significa usar aviones aliados para impedir el acceso de aviones de Gadafi a determinado espacio aéreo, y estos mangutas, y los mangutas europeos y yanquis, han bombardeado tanques, objetivos terrestres e incluso a civiles, y andan ahora pretendiendo una invasión terrestre. Sois gentuza vomitiva y repugnante, después de lo que ha habido que aguantaros con Iraq. Tomémoslo como penitentes.
Claro que Luis María Ansón, que nunca se ha cansado de que se le vea el plumero, nos adoctrina, con eso de que es académico, con la cantinela de que don Juan de Borbón por amor a España , lo sacrificó todo. Miren estoy de esta majadería hasta las narices. Don Juan no sacrificó nada, y mucho menos por amor a nadie; hizo lo que le obligaron a hacer y no hizo lo que le prohibieron hacer, y finalmente abdicó, o algo así, porque nunca había sido coronado, en su hijo cuando era un antañón y no tenía ninguna posibilidad de conseguir el cetro español; y eso sí, quedó como Dios. Esta leyenda urbana es similar a la de las Cortes de Cádiz y La Pepa, que los políticamente correctos nunca descansan de afirmar que fué "el motor de la conciencia española". De eso nada ; a mi no me la dan con ese queso. Las Cortes de Cádiz fueron el resultado de la fuga de los diputados al punto más alejado de la península, cuando Napoleón entró en Madrid, y mientras esos señores, escondidos, jugaban a la redacción de una Constitución muy liberal, en España no existía ninguna representación del estado, ni orden ni ejército, y aquí cada uno hacía la guerra por su cuenta en cuadrillas mandadas con frecuencia por un delincuente, laico o cenobita. Mientras tanto España se desangraba, para dar alimento y pretexto a la masonería para llevar a cabo las varias decenas de pronunciamientos que patrocinaron en todo el siglo XIX; y lo demás son monsergas. Bien, tomémoslo como una penitencia.
Y como última penitencia tengo una frase de Rajoy que afirma que no será necesario el rescate en España, mientras Montoro y otros del PP dicen lo contrario y los economistas europeos avisan que el diferencial con Alemania, es decir la puntuación de riesgo de rescate se nos ha vuelto a disparar. Y yo me pregunto ¿Que sabe el gallego que Montoro desconoce? O viceversa.
Además el baboso de Trillo intentó vetar a Isabel San Sebastián que acudiera a la manifestación de la AVT. ¿Y quién es este mamarracho que piensa que por ser del OPUS puede impedir que nadie salga a la calle, excepto los asesinos vascos? Y por no cansar finalizaré comentando que la generalidad catalana que está pidiendo el oro y el moro para financiar su harapienta sanidad, a todos los españoles, ha negado recetas a enfermos aragoneses. ¡Penitencia, hermanos, penitencia! ¡Esto es una prueba que se nos manda a los españoles, como a la mujer de Lot!.
Decía Benavente:
"Locura y tontería son igualmente disparates; pero, según la definición de un amigo mío, tonterías son los disparates que no producen dinero".
Buenas noches y hasta pasada la Semana Santa, que yo voy a remendarme el alma a la tierra de Don Pelayo, y ustedes se libran de mí, pues en caso contrario sería mucha penitencia.
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