martes, 12 de abril de 2011

Lamento profundamente que mi cambio de domicilio, que ha supuesto un cambio de servidor de mi sistema informático, me esté provocando tantos trastornos, por celos entre dos compañías, que me obligue a silenciarme de vez en cuanto estos días. Ruego disculpas.
Pues, sigamos con nuestra Historia de España: vamos con Fernando VI, hijo de Felipe V y de Mª Luisa de Saboya (no de Isabel de Farnésio que fue la 2ª esposa), y hermano del difunto joven Luis I.
Tampoco se puede decir que don Fernando fuera un dechado de brillantez intelectual, y además padecía un síndrome depresivo con crisis de severa melancolía, que le hacía aparentar ser un ser pacífico y bonachón - algo que, inequívocamente,influyó en su política-, aunque más bien era una persona abúlica, incapaz e indiferente. Se casó con la portuguesa Bárbara de Braganza en 1728 y nunca tuvieron hijos. Si he de ser sincero, la reina tampoco brillaba en el firmamento del talento, pero ambos reyes estaban enormemente enamorados, de manera que doña Bárbara estaba pendiente de amortiguar las crisis de su esposo, aunque solo había una cosa que le aliviara, y era escuchar la voz de Farinelli, un castrato italiano de dulce cantar. Vamos a ver, un castrato era un cantante al que se habia castrado de adolescente, antes de cambiar la voz, de modo que mantenia un timbre de soprano, o incluso más alto, pero con la capacidad pulmonar de un hombre; ¡Una dulce aberración! Más todo ello no impide que SM estuviera como una chiva.
Tuvo tres destacados ministros: Carvajal, Ensenada y Wall, que jugaron un gran papel en la politica exterior (dirigida a llevarse bien con Francia, Inglaterra y el Vaticano), e interior, con reformas en el comercio, la marina y hacienda, que no llegó a completarse porque los de siempre, es decir las minorías aristócratas, el clero y la naciente burguesía se opusieron a regularizar los impuestos según el poder económico del contribuyente ¡Claro!. España ha sido siempre, y en el momento actual es claro como el cristal, un nido de oligarquías dominantes, es decir el poder de las minorías sobre el pueblo. Hoy quienes gobiernan en España, si es que gobierna alguien, son las minorías independentistas, "feministas-abortistas", "homosexuales reunidos", ase4sinos vascos, algunas sotanas vascas y catalanas, principalmente, algunos jueces "bienpagaos", los "intelectuales", que se llaman ellos pero que no hay quien vea sus cuadros, sus películas, ni escuche su música, ni lea sus libros, progres izquierdosos forrados a base de subvenciones, y los fundadores de extrañas ONG; ¡Ah! y ahora inmigrantes a los que se les regala el oro y el moro (con perdón) por un voto. Entre todos estos no sumaran más de 3 ó 4 millones. Los otros 40 millones, los ciudadanos corrientes (es decir la mayoría) a currar (si pueden), a cobrar sueldos justitos o pensiones miserables (si pueden), a agachar la cabeza, no pensar (que se lo dan todo pensado ya) y a votar cada 4 años ¡Que es una obligación demagógica... digo, democrática) Ya me he desviado del tema pasándome al bloque de comentarios siguiente; si es que no se puede conmigo.
En resumen, que el final de Fernando VI fue patético. Bárbara de Braganza murió en 1758, y ese fue el desencadenante para que la muy débil estabilidad mental del rey se fuera a freir espárragos, y desarrolló un gravísimo cuadro paranoico- esquizoide (vamos loco de remate), peligroso para él y los que le rodeaban, y del que no se recuperó hasta su muerte, un año despues. Más a favor de Fernando VI, he de resaltar, a mi modo de ver, dos aciertos innegables: quitarse de encima a la Farnésio y su comparsa, nada más ser coronado, y prohibir la masonería.

Ruiz Zorrilla, en un tiempo el más popular de los hombres políticos españoles nos dejó para el recuerdo esta frase:
"Los españoles, o son católicos, o son racionalistas. Los católicos lo esperan todo del milagro. Los racionalistas todo lo esperan de la Lotería Nacional".
Pobre España. Todos los médicos estamos saciados de entrevistar personas que o bien se niegan a ser estudiados para identificar la causa de su dolencia, o bien se pasan la vida de consulta en consulta hasta encontrar, que siempre se encuentra, un profesional que les afirme lo que ellos quieren escuchar, negando la evidencia de su enfermedad, o, finalmente aquel paciente que rechaza el tratamiento propuesto porque"él conoce a alguien que se quedó en una silla de ruedas". Son los enfermos que niegan su enfermedad, no la quieren conocer o rechazan la bonanza de la terapéutica que con frecuencia es quirúrgica. Las consecuencias a medio o largo plazo, habitualmente, suelen ser calamitosas para su salud.
El gobierno, que se dice socialista, de esta nación, no solo ha negado sistemáticamente la realidad desdichada, el infortunio que ellos mismos han provocado con su actitud negligente, inoperante, demagógica, populista y sectaria, todo lo cual viene de perilla para tapar las llagas hasta que el hedor a podredumbre las delata, sino que continúa en la misma linea y así seguirá mientras la ciudadanía que les vota -unos estómagos agradecidos y otros que no me entra en la cabeza que distorsión mental les conduce a mantener a esta tribu de antropófagos en el poder- continúe vitoreandoles desde su paranoica trinchera.
Así es como nos encontramos a hijos de perra como Peces Barba, a la sazón homenajeado de todas las maneras posibles como uno de los siete padres de la Constitución, que ignora, declarando que a los católicos hay que darles caña que es lo único que entienden; o que roben a manos llenas desde sus puestos de poder; o que compren las voluntades de jueces y fiscales delincuentes hasta la nausea; o que ensalcen a tipejos como Garzón (que si tuviera, no ya dignidad que es mucho pedir, sino sentido del ridículo, se marcharía a vivir a Venezuela donde le admitirían con los brazos abiertos) o el majadero asesino del doctor Montes; o se proteja a los asesinos, o se asesine, para conseguir o mantener el poder; o se destroce el patrimonio intelectual de varias generaciones de jóvenes, hasta el punto que la presidenta de Madrid ve imprescindible crear en los institutos grupos de muchachos con posibilidades para alejarlos y protegerlos de los necios, delincuentes y descerebrados primates, que son la mayoría, con cuya compañía saldrían perjudicados en su aprovechamiento.
El daño que en 7 años (y nos queda uno) se ha hecho a la nación por parte de más de la mitad de sus habitantes, probablemente resulte irrecuperable, cuando menos en una decena de años, y soy optimista. En efecto, y parafraseando a Machado, hoy día, también hay dos Españas: la de los que trabajan por ella y su familia y la de los muertos vivientes. Estos son sencillos de adoctrinar, como las focas del circo, que también aprenden a aplaudir. ¡5 millones de parados! y siguiendo; y el imbécil de Zapatero dice que con esta cifra de desempleo va a cumplir las previsiones de déficit ¿Como, sinvergüenza, si, como informa hoy la prensa, un 88% de los autónomos no crea ni un solo empleo? Si el "Financial Times", el "Wall Street Journal", "The Guardian" y otros diarios especializados extranjeros no hacen más que insistir en que España necesita un rescate.
Don Amadeo de Saboya, caballeroso monarca con el que España continúa teniendo una deuda, en el documento en el que se veía forzado a abdicar reflejaba esta idea:
"... todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males de la nación, son españoles".
Convengan conmigo que a las mujeres de valía, como Margarita Salas, Mercedes Maroto, Celia Sánchez-Ramos, Ana María Navales, Pilar Mateo, Ángela Nieto, Maira Bes, Anna Sardaro, la bella juez Mercedes Alaya y las desaparecidas Alicia de Larrocha, Ana maría Navales, Corin Tellado, María Ugarte, por solo citar algunas, nunca han precisado para despertar la admiración del mundo de la ciencia, la cultura y el humanismo el espaldarazo de ninguna asociación feminista. Luego si utilizamos un sencillo silogismo, he llegado a la conclusión de que cuanto más necia, ignorante y mala es una mujer, más feminista se manifiesta.
Una expresión de Byron recogida por Schopenhauer, quienes coincidieron en Venecia, decía:
"Cuanto más conozco a los hombres, menos los quiero; si pudiese decir otro tanto de las mujeres me iría mucho mejor".

Buenas noches.

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