La rendición sin condiciones ofrecida al gobierno de Nigeria por el general biafreño Philip Effiong, pone fin a una guerra genocida que ha conmovido al mundo entero con patéticas imágenes que perdurarán en el recuerdo de varias generaciones. Los sucesos desencadenantes de la guerra de Biafra se iniciaron el 30 de Mayo de 1967, cuando el general Ojukwu proclamó la república independiente de Biafra en la región oriental de Nigeria. Dicha secesión era consecuencia de la rivalidad existente entre las etnias de los hausa y de los ibos, que iniciaron inmediatamente su huida hacia el nuevo estado. Pero el gobierno de Lagos no podía permitir la separación de una parte del territorio que aportaba el 60% del PNB y que además poseía la mayor parte de la riqueza petrolífera del país.
Por ello dos meses más tarde estalló la guerra. Nigeria que contaba con el apoyo de Gran Bretaña y de la URSS, no pudo imponer de inmediato su superioridad, ya que el selvático territorio biafreño permitía realizar una excelente resistencia. Sin embargo la guerra se cebó de manera cruel en la población civil, y no tanto por el efecto mortífero de las armas, sino por el hambre, ya que, dada la fecha del inicio de la contienda y de los posteriores combates, los campesinos ibos se vieron imposibilitados de cosechar. Por otra parte , la ayuda internacional de la Cruz Roja y demás organismos internacionales, fue escasa, tardía y pésimamente distribuida. Todo ello provocó la muerte de dos millones de seres que antes de fenecer ofrecieron al mundo del boom económico el verdadero rostro de la extrema miseria. Con la rendición y la huida, el día anterior, del general Ojukwu, se ponía fin a una cruel guerra, aunque la realidad es que, a día de hoy, seguimos en las mismas, aunque el escándalo que nos produjo aquella contemplación, hace más de 40 años, se ha transformado en motivo recurrente de las noticias diarias y ya no nos afecta apenas.
Nietzsche en "Así habla Zarathustra" afirmaba:
"¿Dices que una buena causa justifica incluso la guerra? Yo contesto: Una buena guerra justifica cualquier causa".
Supongo del conocimiento general que Ponce de León fue un conquistador español -pucelano por cierto- que, en el siglo XVI, llevó a cabo la exploración de territorios correspondientes a las actuales Panamá y Costa Rica, y más tarde tomó parte en la conquista de Perú; tambien, Ponce resulta ser un distrito de Puerto Rico y, mira por donde, es, así mismo, el nombre de un enorme barco anfibio de la armada de los Estados Unidos que está siendo rehabilitado deprisa y corriendo para engrosar los buques de guerra ya existentes en el Golfo Pérsico. A nadie le cabe duda de las intenciones de la armada americana (y británica, por cierto) al tomar posiciones en aquellas aguas armados hasta los dientes.
Si a esta noticia añadimos que los yanquis estan patrullando el estrecho de Ormuz con delfines entrenados para localizar minas, que se insiste en que esta primavera es la fecha acordada para que Israel decida atacar Irán, que los ayatolas y el psicópata de Ahmadineyad no cesan de amenazar a tirios y troyanos desde hace años, que Europa apoya el aislamiento occidental a Irán y consecuentemente la OTAN está alerta, que hay petróleo por medio y que rusos y chinos no están por la labor de consentir que se instale otra base americana en la región... ya pueden empezar a rezar.
A mi, personalmente, no me preocupa tanto una guerra nuclear, ni que los iranies fabriquen alguna bomba de fisión, puesto que ya la poseen los indios y los paquistaníes y nadie puede asegurar que sus caudillos se encuentren mucho mejor de la cabeza que los susodicho de la nación persa. Pero sí que se enrede la madeja bélica en una alambrada de pactos y alianzas, como ocurrió con la Primera Guerra Mundial, que tampoco hace tanto de aquello, y acabemos como el rosario de la aurora. El riesgo de confrontación oriente-occidente, por llamarlo de alguna forma, es cada día que pasa mayor, y si consideramos que ya de por sí, el Próximo Oriente, y gran parte del norte de África, se encuentra en una situación de inestabilidad atroz, los coreanos del Norte sacando pecho, y Japón en paupérrima situación económica, no creo que acabemos el año sin embargar nuestro aire de intenso olor a pólvora... y, digo más, casi seguro ni alcancemos el verano.
Un conflicto, aunque no sea nuclear, al menos de forma masiva, con características globales, en un momento de crisis economica severa tanto en Europa como en los EEUU, puede cambiar, finalmente, el mapa político, económico y físico del viejo continente y posiblemente también de Oriente Medio.
De cualquier modo este asunto me tiene más en ascuas que el congreso del PSOE, la elecciones andaluzas o los toros en Cataluña, tema, para algún mamarracho de izquierdas comparable con las atrocidades de Auschwitz-Birkenau, lugar al que semejante descerebrado seguro que no ha visitado; yo sí, y en virtud de mi doble condición de médico e historiador se me autorizó a visitar rincones que a ningún turista le consienten. Pero como cualquier gilipollez dicha por un "nacionalista", en este cochino pais, tiene excelencia catedralicia no queda otro remedio que escuchar cosas semejante, como diría Mafalda, por llevar las orejas puestas todo el día. Más no quiero desaprovechar esta oportunidad para instruir al majadero autor de la frase de algunos parangones que pueden hacerse con un infierno que debería estar prohibido mencionar con semejante irreverencia: por ejemplo los asesinatos de Katyn, la masacre de todos los habitantes de Ucrania que Stalin dejó morir de hambre y frío, los Gulag siberianos, y ya que estamos, las checas españolas.
De "Las Soledades" de Lope de Vega extraemos estos versos:
"De cuantas cosas me cansan
fácilmente me defiendo,
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio".
Buena noches.
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