El 27 de Agosto de 1953, fuerzas de ejército iraní, a cuyo mando se encuentra el general Muhammad Faizulla Zahadi, dan un golpe de estado. El presidente del consejo de ministros, Muhammad Mossadegh, doctor en ciencias políticas por la Sorbona y que, desde el comienzo de su mandato en 1951, había roto las relacciones con el Reino Unido y nacionalizado el petroleo, ha huido a paradero desconocido. El levantamiento ha sido auspiciado por el sha Reza Pahlevi, que se encuentra en el exilio.
Con la destitución de Mossadegh las amplias capas de población que respaldan su proyecto nacionalista ven desaparecer las posibilidades de liberarse de la liberación pseudocolonial a que son sometidos por el Reino Unido.
Con el retorno del sha Pahlevi, la situación política del país volverá a ser la misma de antes de 1951. Se le restituirán amplias competencias en los campos de política nacional e internacional que durante el gobierno Mossadegh le habían sido retiradas. La Anglo Iranian Oil Company y, por extensión, el gobierno británico, que tanto han trabajado por el retorno del sha, no ocultan su enorme satisfacción
Cuenta un adagio popular:
"En los viajes, el niño solo piensa en la partida, el adulto en el porqué, y el viejo en el regreso".
¿No les da a ustedes la sensación que las autoridades gubernamentales estan haciendo lo posible para que evitemos viajar en avión y, ya a día de hoy con navíos que se hunden, que encallan, que vuelcan, que ta dejan varado en tierra porque las deudas que contraen les ha llevado al embargo y esto ocurre cuando los clientes de un crucero estan esperando en el puerto con las maletas en la mano y... a casa (esto lo he podido comprobar motu proprio), la comida es un asco y para ponerte los calcetines en el camarote hay que sacar el pié al pasillo,... el barco no es seguro. De los aviones mejor no hablar, porque pocas personas quedan en España que no hayan tenido una experiencia negativa en relacción con un viaje en avión, entre lo que se encuentran las consabidas huelgas de pilotos, de controladores, de personal de tierra, etc.; el mal trato recibido por los pasajeros, tanto en tierra como dentro de la aeronave (yendo yo de viaje el comandante, por megafonía, justificó un retraso nada despreciable en que habían tenido que cambiar el aceite del motor, a lo que mi respuesta en voz alta en términos exabrúpticos estuvo a punto de dar con mis huesos en tierra y en la comisaría del aeropuerto), la retirada del más mínimo detalle hacia el pasaje y lo que pagas y deglutes es una porquería bajo pretexto de que no te intoxiques (nada dicen de indigestarte) y la cara de sotas de las azafatas, junto con la convicción de que aquello hace ruidos raros y sale un humillo sospechoso de los portamaletas que luego resulta ser "del aire acondicionado". Yo estoy persuadido de que existe un contubernio para cargarse la aeronavegación en España. No lo duden ni un minuto, la mejor manera, y más segura de viajar es el ferrocarril, incluso hacia Europa. Hace dos años viajamos mi mujer y yo en un departamento de esos individuales de literas con baño y todo, a París, y desde el atentísimo trato del personal, hasta la comida del restaurante, pasando por que desde el tren te reservan el taxi, las excursiones y si lo deseas el hotel en tu destino, todo son ventajas. Nada parecido a las azafatas de vuelo que ya ni se esfuerzan en esgrimir una forzada sonrisa (yo tampoco) y cuando las miras para requerirlas se dirigen a ti, convencidas de que son monísimas, y como si les estuvieras tirando los tejos, de modo que lo mejor es no sonreirlas y tratarlas con cara de ajo. Del caos, anarquía, pandemónium y trato desdeñable, superficial, despreciativo, y, sin más adjetivo, carente de educación del personal de tierra, mejor no hablar, porque si le recriminas su actitud a la borde que se sitúa en el atril de entrada al túnel de embarque, cuando le sale de las narices, que, aunque estés el primero de la cola desde hace hora y media va y dice por el micrófono: << los que lleven silla de ruedas, muletas, los niños, los ancianos, los cojos, los de Comisiones Obreras, las embarazadas, los grupos de colegios, los que el apellido vaya de la M a la Z y los que tengan asiento en las filas 1 a 25 que pasen antes>>, mientras de vez en cuando, sin mirarte a la cara te dice: << apártese que molesta>> y sigue "atendiendo" a los viajeros, mientras conversa con la colegui que corta el bono de embarque dejándote solo un cachito del tamaño de un sello de correos, del bolso tan espantoso que se ha comprado su cuñada, pasando de ti a tope (en ningún puesto de ningún mercado te tratan así), y te quedas impertérrito en posición de firmes durante otra media hora con el pase de embarque en la mano conociendo hasta en lo más mínimo a la cuñada de aquella moza, y si te vuelves a quejar o preguntar cuando te toca llama a seguridad y te detienen sin más como si la tal fulana del pañuelo a rayas en el cuello fuera el juez Garzón. Viajar en avión es peligrosísimo para las coronarias, la estabilidad emocional y los nervios en general, a la par que te descuelga de tu fe, si la tuvieras, en el ser humano. Por otro lado, viajar en barco es incómodo y peligroso porque nadie controla el dinero con que cuenta el armador para mantener en orden el navío y el capitán quien, no pocas de las veces, porta grupo sanguíneo Johnny Walker positivo, y encima se empeñan en que vayas a unas fiestas de esas de la tercera edad o personas muy desmejoradas intelectualmente, que dice todo el que regresa que son "¡muy divertidas!" (seguramente para que piques) o a comer con el capitán y un montón de personas que no conoces de nada y te repatean el fletan al horno, al que llaman merluza de pincho, a base de continuas e ininterrumpidas gracietas en plan concurso a ver quien dice la gilipollez más gorda. Todo ello es como si se viviese una película de Woody Allen. Háganme caso, si no quieren conducir, hoy por hoy, lo mejor el tren, porque para hacer auto stop ya no puede uno fiarse ni de los camioneros; además desde que al PP le parece muy bien los "matrimonios" gays, es decir mariconas (gay en inglés significa alegre o "loca", es decir, maricona), a saber que te puedes encontrar por esas carreteras.
Y es que ya no se puede fiar uno de nadie, sobre todo aquellos que en tiempos de Franco se esforzaban en levantar la principal fuente de ingresos nacionales, el personal de servicios cara al turismo, y que hoy han conseguido tal cantidad de prebendas, canonjías, momios y atribuciones, que una azafata, personal entre camarera y chacha, se permite dirigirse despreciativamente a un viajero sin comprobar si es catedrático de historia o académico de medicina, sueldos que no dan para ir en primera. Claro que a lo mejor la susodicha sirviente es cuñada de un primo de su sobrino, que es de UGT, lo cual ¡amigos! es ya de tratamiento de usía.
De todas formas y aunque se traguen todos los sapos que las empresas de transportes "a su servicio" les obliguen a deglutir, mucho cuidadito a donde viajan porque en estas fechas los destinos exóticos se han puesto más peligrosos que una piraña en un bidé. Incluso un crucero por el Mediterráneo añade hoy el riesgo de encontrarse con un barco de guerra iraní, misiles en ristre, al que se hermanarán los rusos y se opondrán los Israelitas, ingleses y americanos... ¡vamos! que ya no es el mare nostrum, sino el de ellos. Porque los regímenes islámicos no se preocupan de que todos sus vasayos coman bien, vivan decentemente con los medios más elementales y se eduquen en otra cosa que no sea el Corán; pero eso sí, el primer barbudo que se precie, se nombra a sí mismo ayatolá, o algo así, y declara guerras a diestro y siniestro por un quítame allá ese descreído; modifica algún versículo a su convivencia y manda al cielo de las uríes a cualquiera que pasaba por allí y que estaba razonablemente conforme con su mujer. Para ello, tor turbantosos no comerán, ni se educarán (ni falta que hace porque así se creen todo lo que les cuenten), ni vivirán decentemente, pero un Kalashnikov o un lanzagranadas no falta en ninguna familia, con el punto de mira hacia la Meca. Así es que ojo con las vacaciones, que las casas colgadas de Cuenca tienen mucho que fotografiar.
Creo haber leído en alguna parte:
" Hay un castigo tanto para los viajeros habituales como para los inconstantes: todas las ciudades y todas las mujeres se parecen terriblemente".
Paz y descanso.
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