miércoles, 27 de enero de 2021

 Vamos, pues, a coger el coronavirus por los cuernos, y me estoy refiriendo a SARS-Cov 2, el que nos está matando a millones en el mundo, y que tanto está preocupando a la doctora Li Meng Yan, ¡Ah! y el que con tanta habilidad ha dejado expuesto ante el mundo las deficiencias del sistema sanitario español (y muchos otros, que nadie se ponga medallas), la profesionalidad más allá de su deber (por una mierda de sueldo y de contrato) de los miembros de la sanidad española (reclamados en todos los países de Europa), estos que llevamos decenios soportando sobre nuestros hombros la tan cacareada excelencia de la medicina en España; y como no la ineptitud, ignorancia, cretinismo e indiferencia absoluta ante esta terrible plaga y las víctimas que provoca, de los caciques que nos gobiernan.

Pues señor, el SARS-Cov 2 hizo su aparición, como nadie debe ignorar, en la localidad china de Wuhan, lugar donde existe uno de los más seguros y <<respetados>> laboratorios virológicos del mundo, considerado en cuanto a su seguridad de nivel 4, vamos que no hay forma de que un virus se les escape al mercado de la esquina e infecte a esas guarradas que comen los chinos, salvo que alguien desde el interior lo saque.

Pero lo que está meridianamente claro es que este coronavirus, responsable de una pandemia conocida como Covid-19, no tiene nada que ver con los anteriores virus que ya hemos comentado.

Para empezar vamos a examinar toda la sintomatología de la que es capaz de provocar y de hecho está originando en los pacientes que sufren su agresión de manera inmisericorde:

Empezaremos por que los pacientes ingresan con fiebre muy elevada, dolor torácico, dificultad al respirar muy severa y radiografía de tórax compatible con grave neumonía de ambos pulmones, es decir que apenas les funcionan, en la mayoría de los casos, algún pedacito de la parte superior de sus pulmones, lo que no permite apenas el intercambio en los alvéolos pulmonares del CO2 por Oxigeno; el paciente se ahoga y es necesario medidas extremas en los centros de cuidados intensivos para mantenerlo vivo a veces meses y meses, y eso, con suerte puede remitir,  tras muchas semanas de terrorífico sufrimiento.

¡Ah! Pero a pesar de que el paciente reciba el alta, pase a sala e incluso a su casa, se ha constatado que existe lo que se ha dado en llamar Covid residual, es decir que el enfermo continúa siéndolo durante meses o años, con síntomas que nadie podía imaginarse y que vamos a relatar en una infección provocada por un pariente de la gripe:

Frecuentemente los enfermos siguen sufriendo disminución de la capacidad pulmonar para andar simplemente; miocarditis y accidentes cerebrovasculares incluso a largo plazo (ictus); al parecer el virus accede al cerebro a través de la mucosa olfativa: el paciente pierde el olfato y el gusto (sabor) y comienza a presentar intensas cefaleas, fatiga extrema y pérdida de peso.

Desde el cerebro el virus regresa a los pulmones y al sistema cardiovascular, a la vez que provoca trastornos neurológicos frecuentemente de tipo psicóticos, emocionales; igualmente problemas digestivos crónicos, de otorrinolaringología y dermatológicos con sarpullidos y erupciones por el cuerpo, así como un severo castigo del aparato locomotor. A muchos enfermos hay que volver a enseñarles a andar, a escribir, a hablar y a moverse en general. El insomnio y los terrores son, durante muchos meses el pan de cada día junto al delirio, depresión, ansiedad, estrés postraumático, falta de concentración, olvido del nombre de las cosas, falta de memoria, desorganización del pensamiento y de la palabra. 

Desorientación, inversión del día y la noche, cambios de personalidad y fatiga severa se producen con frecuencia.

Añadamos enfermos que quedan con nerviosismo, agitación, pánico y sensación de muerte inminente; taquicardias paroxisticas es decir aumento del ritmo cardíaco brusco, respiración acelerada, sudoración profusa frecuente sin exposición al calor, temblores de las extremidades y gran cansancio y debilidad.

Y por si fuera poco pueden presentar trastornos de la forma y el color de la lengua que se presenta hinchada y con manchas, dolores en las manos que con frecuencia termina en un Síndrome del Túnel Carpiano que debe operarse de inmediato; con trastornos de la circulación en las manos por trombosis periférica y de otros órganos, insuficiencia hepática y a veces renal y desconocimiento de sus propios familiares.

Todos estos síntomas, que como dije anteriormente, pueden durar meses y años y precisan la colaboración de logopedas, rehabilitación, psicologos y psiquiatras, internistas y otros especialistas.

Ya advertí que deberían quedarse con el número de victimas provocadas por las dos anteriores pandemias debidas a coronavirus en 2002 y 2012 y que si no me equivoco sumaban entre las dos, durante algo más de 10 años, 10.890 contagiados y 1.767 muertes en todo el mundo, pues bien, hasta el momento, también a nivel mundial se han producido 100 millones de casos contagiados (un 1 con ocho ceros detrás) y han fallecido 2,1 millones de personas, y esto no ha hecho más que empezar sobre todo si tenemos en cuenta el desmadre de las vacunas que las mafias que las producen han provocado, junto a la incompetencia y deslealtad de nuestros propios gobernantes.

A todas luces, ni la evolución, ni la sintomatología a corto o largo plazo, ni las secuelas, ni la casuística, ni el destrozo económico de los países y sus ciudadanos, sobre todo los comerciantes, en definitiva la derrota previsible de la economía capitalista, nos permiten llevarle la contraria a la doctora Li Meng Yan, por el momento, sobre todo cuando contemplamos la desbordante alegría del pueblo chino, naturalmente "espontánea", por las calles ante los reporteros occidentales poco menos que enseñando a las cámaras el dedo medio de las manos, en tanto que los comercios e industrias cierran por miles en nuestros países, por lo menos en España, siendo comprados en muchos casos por chinos.  Sentimos, o al menos yo siento, que se nos ha engañado y se nos sigue mintiendo y utilizándonos, incluso por nuestros propios políticos, como a gilipollas.

En el próximo artículo hablaremos de otros virus mortales a temer si con este no se obtiene la definitiva destrucción del mundo occidental.


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