Trasladémonos a la Alemania de 1829: el general prusiano Karl von Clausewitz escribe su obra "De la Guerra", publicada por su mujer a título póstumo.
Clausewitz, impresionado por las transformaciones producidas en la guerra y el combate gracias a la masificación y la acometida de los movimientos revolucionarios o nacionalistas, concibe la acción militar de manera total y unitaria. Asimismo, señala el carácter ofensivo y la disposición de los medios tácticos y estratégicos. Si la guerra está estrechamente ligada al nivel de conciencia de un pueblo, su fuerza tiene que poseer una única dirección política, a la que el mando militar ha de estar subordinado. Para Clausewitz, la guerra no es más que la continuación de la política por otros medios, indicando que la conducta de los ejércitos debe estar incondicionalmente subordinada a la política del país.
Estas teorías ejercen una especial influencia sobre los teóricos marxistas y sirven de fundamento para el posterior pensamiento militar alemán.
Castelar, en su discurso de 16 de Marzo de 1869, dijo:
"La demagógia cree que su fiebre es vida, y su fiebre es tisis".
Es histórico que trás la caida del muro de Berlín y con él de la URSS y el Pacto de Varsovia, protagonizando el rotundo fracaso del socialismo como guía social ante las actuales deficiencias (posiblemente las antiguas no) de las políticas capitalistas, el comunismo cayó en descrédito y dejó de significar una alternativa válida ante todos los espectadores y censores socio-políticos del planeta. Pero la nostalgia es una mala consejera y camino, habitualmente, de radicalismos, resentimientos y fobias incontenidas. y por ello los sentimentalistas rojos (así se definía ZP el maratoniano) se fueron acoplando en asociaciones ecologistas, "pacifistas", nacionalistas, grupúsculos "culturales" (vg. los Bardén) y defensores de surrealistas e imposibles contiendas, aunque sin abandonar la siembra de su tóxica baba y la lucha en la trinchera del marxismo impositivo, decimonónico y excluyente (a la par que asesino). En estos tiempos esa guerra de rehabilitación político-ideológica (aunque sin abandonar el contínuo latrocinio para alimentar la buchaca con el biberón del dolar (vg. Victor Manuel y Ana Belén), que a los partidos conocidos como "demócratas" ha pasado desapercibida o bien la han nutrido y subvencionado (vg. el PSOE e IU) ya se está empezando a cobrar sus frutos. En realidad el 15-M, los de "la ceja", los mineros cantamañanas cuando no asesinos, la ETA "pacificadora", los del orgullo gay, los sindicatos de clase comprados por la "voz de su amo" en contra de los trabajadores, los jueces y fuerzas de seguridad obedientes a la progresía, etc. no son sino el resultado de la progresiva imposición social de aquellas rancias, pero útiles ideas que va a resultar, ya, imposible de erradicar.
Ahora crucemos la calle: en los últimos meses he alabado el coraje y visión política de Esperanza Aguirre, pero el otro día dijo una majadería que le hace a uno pensar en que las altas esferas gubernamentales estan empezando a perder el oremus (los que no lo hubieran perdido ya). Pues va la Presidenta y arenga a los jovenes estimulando un espíritu emprendedor que se oponga al "ideal del funcionario". Independientemente de que no acabo de entender que le hemos hecho los empleados al servicio de las adinistraciones públicas a los del PP, seguramente la líder madrileña ha querido referirse a la prevalencia del trabajo, para los médicos y enfermeras, en consultas privadas antes que en centros de la administración pública la cual estimula a los profesionales jóvenes a abandonar de inmediato (ignoro si fue un equipo médico de un centro público quién le salvó la vida operándole de un cancer); asimismo deberán los jueces dejar las tarimas de justicia del estado y poner un bufete privado para ganar perras sin caer en descrédito de funcionarios; también los bomberos deberían unirse en coperativas privadas y atender las llamadas cobrando la asistencia a los ciudadanos, abandonando los cuarteles; ¿y que decir de las fuerzas de seguridad y de los militares? nada de defender a la patria por un mísero sueldo, a hacer la guerra por su cuenta en plan mercenario; finalmente la Presidenta apoya que los maestros y profesores de instituto y universidad abandonen los centros públicos y trabajen solo para centros privados y religiosos.
El presidente Rajoy ha dicho hoy que pide a los empleados públicos un esfuerzo más. ¡Mentira! nos exige, nos impone, nos grava a nosotros y a nuestras familias un sacrificio de manera cobarde y alevosa a sabiendas de que no podemos defendernos y para evitar entrar en terrenos mucho más espinosos e ingratos para él como cargarse, de una vez por todas, a toda la golfería autonómica, sindical y política que sería el plan maestro. Claro lo que pasa es que los "funcionarios" no vamos encapuchados y lanzando cohetes y bolas de acero con tirachinas, cortando carreteras con neumáticos incendiados o atravesando vigas al paso de los trenes. Ademas no tenemos a un don Vito que nos una y subvencione todas las algaradas que es el único idioma que entienden nuestros políticos.
Señora Aguirre, señor Rajoy, ya se lo dije a Beteta, pueden machacarnos hasta que acabemos sacando a nuestros hijos de los colegios, no podamos celebrar la Navidad o dejemos de veranear impidiéndonos llegar a fin de mes, pero no nos insulten, porque... recuerden VE la frase de Clausewitz:
"La guerra no es más que la continuación de la política por otros medios".
Felices sueños, si es que eso es posible en este país.
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