En el somero relato de la disección que venimos haciendo de la Primer Guerra Mundial, entramos, ya, en 1916. Hasta el momento, y tras aclarar las razones que condujeron, de manera irreflexiva y torpe, sin dar la más mínima oportunidad a la diplomacia, a una campaña de corte tan dramático, así como que el desencadenante fuera el asesinato del archiduque Francisco Fernando, hemos pasado, con repugnancia y tremenda dificultad, por una Europa embarrada de sangre y cubierta de cadáveres, espectáculo que no satisfizo, al parecer, a los responsables políticos y militares de las partes beligerantes. Voy a comentar, para comenzar a entender los cambios que se produjeron, principalmente en Europa y Asia, en el mapa político a raíz del resultado final de la contienda, el desacierto y disparatado descuido, con que los vencedores llevaron a cabo las represalias sobre los vencidos.
El Imperio Otomano, o Imperio Turco, había surgido de los escombros de Imperio Bizantino en el siglo XIII, aunque alcanzaría su máximo esplendor en los siglos XVI y XVII en que su expansión se extendía hasta la media Europa oriental, Asia Menor y norte de África. Cuando llegó la Gran Guerra, ya las dos anteriores campañas de los Balcanes, de los años 1912 y 1913, habían conseguido expulsarles de Europa, salvo el pedazo de tierra, que rodeaba Constantinopla (Estambul) y que aún hoy conservan.
Ya en 1869, con motivo de la inauguración del Canal de Suez, Francia se hizo con el dominio del territorio, el cual decayó con la entrada, para proteger sus intereses, de los Británicos, (estos superan la ambición del cerebro más codicioso, salvo el de Napoleón) que, en 1882, habían transformado la región en un auténtico protectorado inglés (como la India, vamos). Pero al principio de la Guerra del 14, los turcos mantenían todavía la península de Anatolia (la actual Turquía), Palestina (y la margen izquierda del Jordán) lo que hoy es Iraq y Siria y la costa de la península Arábiga, tanto del mar Rojo como del Golfo Pérsico. El interior de Arabia no tenía interés, al tratarse de un inmenso desierto de dunas, habitado por nómadas beduinos (al petróleo todavía no se le valoraba, debido a la escasez de prospecciones llevadas a cabo).
Todo esto viene a cuento de que el conflictivo territorio de Oriente Medio, trufado de etnias, religiones, intereses económicos y políticos, y fronteras de "diseño", que en la actualidad continúan horrorizándonos con permanentes baños de sangre, tiene su origen en la partición que hicieron los occidentales (léase franceses y, sobre todo ingleses, que envenenan la tierra por donde pasan, eso sí, después de haberla rapiñado) sobre el descompuesto y derrotado Imperio Otomano, es decir del Imperio Turco, una de las potencias que intervinieron, de manera desafortunada, en la Gran Guerra, según el acuerdo de partición llevado a cabo en Mayo de este año entre Georges Picot y Mark Sykes. Por lo demás, estamos dispuestos a comenzar el año 1916.
Para empezar, las tropas hindúes (¿británicas?) que habían atacado en la desembocadura de los ríos Tigris y Eúfrates (Mesopotamia), poco a poco van ascendiendo en su conquista, con una gran oposición turca y enorme coste en vidas. Montenegro cae en manos austro-húngaras. París es bombardeado por los dirigibles alemanes por segunda vez. Se extiende, poco a poco el uso de los tanques ingleses. En el frente franco-belga, las mortales escaramuzas continúan, de trinchera a trinchera, mientras los mandos franceses y británicos, estudian una gran ofensiva sobre la ciudad de Verdún fronteriza, al sur de las Ardenas, entre Alemania y Francia, y que resultará otra de las grandes batallas de esta terrible guerra.
El ataque da comienzo, por parte del ejército alemán, que se adelantan a sus enemigos, el 21 de Febrero, con una cortina de fuego lanzada desde 1.240 piezas de artillería, tanto con obuses de metralla, como de gas, seguido de una carga de infantería, formada por una avanzadilla de 6.000 hombres con lanzallamas (no todos claro), tras los que avanzan 140.000 soldados del 5º ejército alemán. Los franceses contraatacan con ferocidad, recibiendo refuerzos, continuamente, por una única carretera, que han de mantener a toda costa expedita, o están perdidos. Los alemanes avanzan de forma imparable, por lo que, al requerimiento francés, los rusos lanzan un ataque en el frente oriental germano, para distraerles y aliviar algo la presión sobre Verdún, ofensiva que repetirán el 18 de Marzo, sin ningún avance, pero con grandes pérdidas (122.000 hombres). Los franceses colocan al frente de la defensa de la ciudad al general Pétain, (recordemos este nombre) el 25 de Febrero, cuyos aciertos tácticos van a facilitar la defensa del baluarte.
Entre tanto, ya el 11 de Marzo de 1916, los italianos vuelven a atacar a los austro-húngaros, pero no pueden doblegarlos, las montañas son muy altas y tienen mucha nieva; y en estos combates a un soldado llamado Benito Mussolini le ascienden a cabo (honor que ha de compartir con otro "héroe" del campo alemán) por su valor en el combate. Los yanquis, por el momento, están entretenidísimos persiguiendo a Pancho Villa, a pesar que a mediados de Mayo se plantean entrar en la guerra. El 31 de Mayo, tiene lugar la gran batalla marítima de Jutlandia, en la que la inexperiencia de las tripulaciones inglesas, que desconocían la maniobra de los nuevos y gigantes acorazados, que habían mantenido, hasta este momento, ocultos en Scapa Flow, para que no se los estropearan, y su falta de puntería, impidió que barrieran a la flota germana. El caso es que, a su regreso en sus respectivas bases, ambas armadas relataron su innegable victoria sobre el enemigo.
Por su parte los franceses y británicos entraron en la griega Salónica (se supone que Grecia era neutral) como una mula en una cacharrería; destituyeron y sustituyeron a todos los oficiales griegos, mandaron al gobierno vigente al monte Olimpo, y nombraron otro a su conveniencia, y movilizaron a su ejército, para atacar desde el sur a los invasores austro-húngaros.
!El 4 de Junio, el general ruso Brusilov, lanza una gran ofensiva, en un frente muy extenso, con la idea de ayudar a descongestionar, distrayendo tropas hacia el noreste, la campaña occidental y del frente italiano. El sacrificio ruso fue tremendo.
En la batalla de Verdún, los franceses no levantan cabeza. Los alemanes avanzan paso a paso, con enorme costo por ambas partes, pero no hay quien les detenga. La batalla comenzó a primeros del año 1916, y no se le ve el final; Pero Verdún es un baluarte que los franceses no puede perder. Quizás por ello, los ingleses comienzan a machacar las trincheras alemanas situadas más al norte, en el río Somme (aunque la mitad de los obuses no explotaban, por defectos de fabricación; y es que "quien fabrica munición por necesidad, se pilla los dedos por obligación"). Ello, no obstante, indujo a los cabezas cuadradas a pensar que una magna ofensiva se iba a producir de forma inminente, en aquel frente. Y no se equivocaban. Pero aquel asalto venía programándose hacía semanas, dada la situación tan precaria de la defensa de Verdún, hasta el punto de que los zapadores ingleses, habían cavado 10 túneles, desde sus trincheras, mientras entretenían a los teutones con bombardeos, hasta debajo de las trincheras de los alemanes, rebosando el fondo de las mismas de enormes cantidades de explosivos, que hicieron detonar, a distancia, provocando una gran mortandad en las tropas germanas.
A estos artilugios se les llamaba minas. En realidad, esta variedad de ataque para conquistar una posición, es tan antigua como que fue usada, por los holandeses, para conquistar la holandesa ciudad de Breda, ocupada por los españoles, en 1640. Además, como era habitual, el ataque británico al Somme, también fue precedido de un intenso bombardeo de artillería, de casi un cuarto de millón de proyectiles; tras ello tiene lugar el avance inglés en un frente de 40 Kms.
La batalla del río Somme fue, posiblemente la segunda más larga de la Primera Guerra Mundial; comenzó el día 1 de Julio, y se dio por concluida el 21 de Noviembre de 1916, con un saldo total de bajas, de ambos bandos, de más de 1 millón de muertos. En ella se recurrió a las grandes cargas de caballería, al gas, a los tanques, y el avance supuso una ventaja para franceses y británicos de, escasamente, unos 8 Kms. Finalmente, la batalla de Verdún, fortaleza de importancia vital para penetrar en Francia, y dividida en dos partes por el río Mosa, comenzó el 21 de Febrero de 1916 y terminó el 19 de Diciembre del mismo año. En ella fueron utilizados el gas de guerra y los lanzallamas, y se saldó con un cuarto de millón de muertos y el doble de heridos, en total por ambas partes. Y ello sin conseguirse el más mínimo avance de ninguno de los dos ejércitos. Puede decirse que el año 1916 está saturado, en el frente occidental, por estas dos batallas.
En el frente oriental, las victorias iniciales de los rusos de Brusilov, fueron sustanciadas con enormes pérdidas en su agotado ejército; la campaña se prolonga hasta Octubre, perdiendo , finalmente, gran parte de lo conseguido. Los soldados rusos empiezan a desmoralizarse, sentimiento que alcanza al pueblo ruso en su totalidad, a los que, los gastos de guerra, provocan privaciones de los bienes más elementales, sin contar las continuas pérdidas de sus seres queridos en la campaña. La hambruna comienza a hacer estragos. No hay pan, ni petróleo, ni madera para calentarse.
Los turcos, que intentan sorprender a los rusos en Armenia, sufren un sonoro fracaso en aquel verano. Durante su retirada, provocan una auténtica masacre entre la población armenia, algo de lo que ni la prensa de entonces ni la actual que tanto defiende a los pueblos oprimidos (léase palestinos v.g.), han dedicado un renglón.Durante todo el año, los italianos lo intentan en las montañas nevadas, pero salvo la conquista de Gorizia, nada de nada.
En Agosto Rumanía deja de ser neutral y ataca a Austria-Hungría para conseguir quedarse con Transilvania, algo que les va a costar un disgusto, por irreflexivos. Entonces Italia declara la guerra a Alemania. En el canal se Suez llevan meses vapuleándose entre los británicos y los turcos, a ver quien controla aquel imprescindible paso. Los combates navales en el mar del Norte continúan, sin claros resultados en un sentido o en otro, así como en el Mediterráneo, protagonizado por los submarinos alemanes, principalmente el U-35 que llegó a hundir 54 barcos.
Antes de terminar el relato de los acontecimientos militares de este nefasto año, voy a destacar la aparición de dos personajes que darán mucho que hablar, y harán correr mucha tinta en las narraciones históricas: Uno es el capitán Laurence, perteneciente a la Oficina Británica para Arabia, más conocido como Laurence de Arabia, que fue el unificador de las tribus árabes, enfrentándolas a los turcos, para conseguir un estado árabe unido, su ansiada meta, al mando del príncipe Feisal. El otro fue un siniestro individuo, asesinado este año, con más pinta de enajenado orate que de imbécil, que se decía a si mismo monje, santón y milagrero, y que llegó a poseer la voluntad de la familia real, principalmente de la zarina, hasta el punto de intervenir en la gobernación del imperio. Su nombre Rasputín.
De un soneto de Antonio Hurtado de Mendoza, extraigo estos versos:
Amable soledad, muda alegría,
que ni escarmiento ves ni ni ofensas lloras,
segunda habitación de las auroras, de la verdad primera compañía".
Hoy pretendo dejar a un lado las amargas manipulaciones de las mulas que cobran un magnífico sueldo a cargo del erario público, tanto en el universo nacional como en el municipal o regional, y pasar a reflexionar sobre un tema que me viene creando materia para la consideración y examen: La sociedad medieval, distribuida a grandes rasgos entre guerreros, clérigos y siervos, se mantenía con aquellos recursos que cada uno se procuraba, mediante el procedimiento que fuera, bien rivalizando en el campo de batalla por el mayor bien conocido en aquella época, la tierra, o bien parasitando al más poderoso para sobrevivir el día a día, o criando el propio ganado y cultivando los frutos de la tierra de manera independiente para sí y los suyos, arrastrando la carga impositiva que imponía el amo y señor. De cualquier forma el hombre medieval tenía claro que cada palo aguantaba su vela. Era una sociedad de soledad y aislamiento en que las relacciones humanas quedaban resumidas a las fiestas del lugar, torneos, justas o celebraciones matrimoniales.
La llegada de la Ilustración abrió la ventana al frescor de las nuevas ideas, propias y no impuestas, y ahí empezó la humanidad a renacer.
El desarrollo del maquinismo, daría lugar, en el siglo XIX, a una industrialización a traves de maquinaria movida por el vapor, al principio, y la electricidad después, que comenzó a agrupar importantes cantidades de productores bajo un mismo techo, trabajando para un tercero, pero con intereses y problemas comunes. La gente vive, trabaja y muere en comunidad.
Con el nacimiento del Marxismo y la aplicación de la revolución (cuyos efectos ya se habían comprobado en la Francia de finales del XVIII), como método de presión contra el capital, la sociedad cambia su vestimenta. El asociacionismo, en todos sus ámbitos, deja atrás al aislamiento medieval del individuo, como único responsable de su propio futuro. La conquista siguiente será la información a través de los medios de comunicación; ya no solo se puede pensar sin presiones, sino que se puede opinar y comunicarlo a los demás.
Pues bien, a día de hoy, todos esos logros, todos esos hitos sociales se han ido a hacer puñetas. Nuestra sociedad, disfrutando de los sistemas más adelantados en comunicación, ha regresado al Medievo; desde el siglo de las luces, el ciudadano (dicen que ya no el súbdito o vasallo) nunca se había sentido tan solo y tan aislado, y lo que es peor, para su irreflexiva satisfacción. Caravanas de miles de automóviles entran diariamente en las ciudades, donde un individuo, con cara de memo dormido, lo más, escucha la radio de su elección, con la que no puede conversar. Los jóvenes, y los no jóvenes, se colocan unos pinganillos en los oídos que les proporcionan sonidos que eviten escuchar la voz del más próximo. La invención del teléfono, maravilloso instrumento que nos ha permitido siempre conversar a larga distancia, hoy se usa para mandar "mensajes", estúpidos, mal escritos y vacíos de contenido, método que en modo alguno podrá jamás sustituir a las cartas que obligaban al emisor a forzar su mayor o menor conocimiento literario para manifestar sus sentimientos. Todo el mundo quiere tener un despacho independiente, aunque sea un mendrugo incapaz de hacer la O con un canuto, para aislarse y sentirse más poderoso. A los médicos nos han quitado las enfermeras de las consultas y las han sustituido por un ordenador; a ver a quien le comentas que tu hijo ha pasado mala noche, que te han pasado una factura del demonio en la luz o que no te ha tocado la lotería por un número; la compañera de siempre, hoy el ordenador, no te contesta. Nadie pasea por los parques, saludando a las personas con las que se cruza o escarbando en el quiosco de libros o disfrutando de la bulliciosa compañía de los semejantes... La soledad, el cáncer de nuestra época. Un hombre solo, o lo que es peor asociado para el enfrentamiento, es un cadáver viviente, un sonámbulo, un espectro sin sombra. Yo, siempre les tendré a ustedes.
Hasta mañana.
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