Pues señor, aprovechando la clarita que significa mi paso por casa para cambiar maletas, en mi itinerario vacacional, no he podido resistir la tentación de aclarar algunas cosillas de mi interés y del de todos, bien que alterando la fórmila habitual de mis artículos, que suelo comenzar con un episodio histórico, e incluir textos y citas literarias; y esto que no sirva de precedente.

Pués resulta que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Dª Esperanza Aguirre, ha manifestado recientemente, con esa brillantez y transparencia que la caracterizan, que en España sobran políticos a barullo y que los españoles estamos hasta las narices de ellos, quizás apoyándose en unos comentarios, aparecidos en un diario de tirada nacional el pasado 10 de Junio, que hizo el miembro del Comité de Expertos de Administración Pública de la ONU, Francisco Longo.

Aquellos lectores que me siguen han podido comprobar la reiterada amargura e impotencia con que en más de una ocasión he hecho referencia a la ineptitud, chulería y halagador lisonjerismo para con los poderes políticos, con que se comportan mis superiores, bien es verdad que con toda la prudencia necesaria (por el momento), para evitar ser represaliado sin contemplaciones ni respeto a la legalidad (y no digamos al compañerismo). Pues bien, según el mismo periódico, Longo he manifestado (sic): "Pero nuestro problema no son los cargos electos. Lo grave es la colonización de la administración por parte de los partidos. No usan criterios profesionales sino de confianza. Por ejemplo, El gerente de un hospital. Si cambia cada vez que hay un relevo en el poder, es un cargo político", para añadir posteriormente: "Lo de reducir los diputados autonómicos es un gesto casi simbólico. Es 100 veces más importante que el gerente del hospital que mencionaba antes no lo elija el secretario de organización del partido, sino un headhunter. Eso sí que sería un avance". Y estas reflexiones implican así mismo a Esperanza Aguirre en tanto estemos hablando de un hospital de la Comunidad de Madrid. Mas no crean que cuando un gerente, por ejemplo, es retirado de su poltrona va a caer en la calle a ganarse la vida atendiendo pacientes en un ambulatorio, de eso nada. En primer lugar es que no tienen ni idea de medicina y por eso están donde están, y en segundo lugar es que cambian de centro, pero siempre, siempre, siempre son recolocados aquí o allá. Como los gatos siempre caen de pié.

Como pueden ver ni soy un exagerado ni un resentido, lo que ocurre en los hospitales públicos, y no solo con los gerentes sino trambién con los directores y subdirectores médicos, supervisores de enfermería y, en muchos casos, con los jefes de servicio, es el mayor freno al avance de una adecuada sanidad a la vez que la principal causa de desmotivación, hartura, repugnancia y agotamiento psicológico y  profesional  del personal al servicio de la sanidad pública (salvo los sindicalistas que, como en todas partes, constituyen la plaga más nefasta que infecta nuestros centros).

Y es la cuestión que, si sumamos todos los políticos, politiquillos, politiqueros, lameculos, cuñados, bién mandados, y trepadores, en España se calcula que ascienden a un número próximo a los 450.000 inútiles, aunque de mucho provecho para el partido o el sindicato en cuestión. Dudo mucho que la señora Aguirre llegue a leer mi humilde blog, pero sería una gran "esperanza" que así lo hiciera y tomara cartas en este asunto. En fin que ya les he hecho pensar esta noche. Pues que descansen.