Es conocido que al papa Pio XII se le ha acusado de connivencia con el nazismo hitleriano desde argumentaciones históricas de diferente proclividad, y he de confesar, como historiador, que la mayoría de los considerandos que he podido analizar, dan, sin duda, la razón a esta tesis, e incluso después de la Guerra Mundial, facilitando la salida de contingentes masivos de nazis con destino a Sudamérica, principalmente Argentina.
Pero este asunto será motivo de comentario más adelante. Hoy quiero traer a la palestra a su antecesor, el papa Pio XI, quién, muy al contrario de estos testimonios, el 15 de Mayo de 1931, y seguimos paseando la historia de idénticas fechas a las del comentario del día anterior, da a conocer una encíclica titulada "Quadragésimo Anno", en la que condena la lucha de clases y llama a establecer un orden social basado en la solidaridad. El documento está destinado a conmemorar la publicación, hacía 40 años, de la encíclica "Rerum Novarum", que ha determinado desde entonces la doctrina social de la Iglesia; aunque acepta la propiedad privada de los medios de producción, esa doctrina insiste en que, para legitimarse éticamente, el capital debe ponerse al servicio de la comunidad y no del lucro de unos pocos. La encíclica "Rerum Novarum" exigía que el estado defendiera a los trabajadores mediante una adecuada legislación y a través de la obligatoriedad de pagar salarios dignos. Con la "Rerum Novarum" la Iglesia asumía de una manera más activa su apostolado en el mundo de los trabajadores industriales; así, alentaba la creación de sindicatos u asociaciones obreras, postulaba el fortalecimiento de las ya existentes, y daba un impulso decisivo a la intervención de los católicos en las luchas sociales. En las circunstancias en que Pio XI recordaba solemnemente la encíclica de su antecesor, su gesto tenía un inocultable sentido político: apuntaba una crítica contra los regímenes totalitarios implantados en varios países europeos, entre ellos Italia. Poco despues en la encíclica "Non Abbiamo Bisogno", publicada el 19 de Junio, Pio XI agudizaba aún más su condena a los excesos dictatoriales del fascismo.
En los comentarios que arrancó cierta obra de Corneille, representada en 1632 bajo el título de tragicomedia de "Clisandra o la Inocencia Libertada". La unidad de acción hállase en ella reemplazada por una profusión increíble de incidentes y aventuras. Vése en el primer acto una "Dorisa" que ofendida por el libre lenguaje de "Pimanto" se arranca un alfiler de su peinado, saca con él un ojo al impúdico galán y echa a correr. Desolado Pimanto, apostrofa al instrumento causador del mal en un largo monólogo, tan lleno de sutilezas y alambicados conceptos que llegó a hacerse proverbial la frase:
"Discurrir sobre la punta de un alfiler", para los casos en que alguno divaga sofísticamente sobre cualquier tema.
Naturalmente las contradicciones, las paradojas y, en ocasiones, los ridículos disparates que se deslizan por el territorio de la necedad y el embrollo no siempre nos desconciertan en razón a una postura consecuente con la doctrina y, más allá, con el sentido común, en el seno de la Iglesia, como, sin ir más lejos, a día de hoy con la deposición de los obispos vascos reclamando, a lágrima viva, "justicia" para los asesinos vascos que sufren en las cárceles secuestrados por los españoles, sino a niveles menos transgresores con la razón cual es los paseos pancartistas de la senectud izquierdosa española, que debían estar luchando por las familias que no tienen qué comer, ni trabajo, ni fuerzas psicológicas para seguir luchando, por ejemplo el "eslabón perdido" de UGT, cuya preocupación dada la penuria social y económica de la nación española es el juicio contra Garzón. Los argumentos que esgrimen estos iletrados para defender a Garzón de las garras de la justicia, es la lucha contra Franco (ya dije en otra ocasión que Franco creo que está preocupadísimo no vayan a dar un golpe de estado estos merluzos) y la exhibición de banderas republicanas y rojas con la hoz y el martillo (españolas ni una), el puño en alto y la internacional a alvéolo desenvuelto. Aunque ustedes se devanen los sesos tratando de enlazar todo este mejunje de cerebros estancados en 1936, con el juicio del sátrapa togado, no llegarán a ninguna conclusión procedente y fundada, les aseguro que como este sea el argumentario del abogado defensor de Garzón, veo al puñetero con la bola de hierro amarrada al tobillo.
Por lo demás, creo que todos aquellos que pensamos, entre los que cuento sin lugar a dudas a mis lectores, nos hemos percatado de que las directrices vascas caminan hacia mantener a los asesinos en stand by, manipulando la politica regional hasta las próximas elecciones en que, con un porcentaje suficiente de votos a su favor, que incluirán los de PNV, PSOE vasco, HB, y otros partidos de semejante cariz, se quieran llamar como se quieran llamar, y utilizando a Pachi López, cuya sensibilidad intelectual se aproxima a la de un berberecho, le utilizarán como hombre de paja para nombrarle lendacari (yo lo escribo así porque me da la gana) y manejarle a sus anchas hasta conseguir la independencia vasca, expulsando de aquella región a todo aquel que sea opuesto a sus tesis, muy al estilo cubano en sus buenos tiempos. Claro que los obispos y curas que han apoyado el crimen en las provincias vascas e incluso en el resto de España, o cuelgan la sotana en la punta de la hoz, o serán colgados por el cuello en las primera 48 horas ¿vale? Pero, en fin estos atropellos y desatinos comparados con la Tercera Guerra Mundial que se avecina galopando o el deshielo de los polos y sus consecuencias, es causa menor.
Quizás deberíamos reflexionar con Renan en sus "Diálogos Filosóficos":
"El gran agente del progreso del mundo es el dolor, el ser descontento, que quiere desenvolverse y no encuentra medio fácil para ello".
Buenas noches.
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