En el año 1686 adC. el rey Hammurabi publica un código jurídico y legislativo, asequible a todo el mundo. Los textos quedan grabados en estelas colocadas en el principal santuario de Marduk, en Babilonia y en otras ciudades del imperio, e incluyen, además del código penal, instrucciones para el comercio, la administración y la vida cotidiana. La obra fue realizada durante su segundo año de gobierno al que Hammurabi llamaría "el año en que creé la justicia". El monarca consigue unificar los estados de la III dinastía de Ur, hasta entonces envueltos en una continua guerra civil y convierte al extenso territorio, que abarca Mesopotamia hasta el golfo Pérsico, en un gran imperio cuya capital es Babilonia. La nueva monarquía central declara obligatorio el uso de la escritura cuneiforme.
Durante el reinado de Hammurabi conocen un gran esplendor la astronomía, la medicina y las matemáticas. Para unificar el imperio desde el punto de vista religioso, se convierte al dios Marduk en deidad oficial. En las estelas que se levantan frente al santuario se graban las leyes: "frente a esta imagen debe comparecer quien se sienta dañado en sus intereses y crea tener derecho a sus sabias palabras. La piedra le proporcionará la claridad necesaria para que encuentre la justicia esperada".
El código elaborado por Hammurabi recoge en gran parte las normas jurídicas semitas, especialmente la ley que determina: "Ojo por ojo, diente por diente". Las estelas recogen además una amplia jurisprudencia, junto con precisas instrucciones para la recta regulación del comercio.
Afirmaba Esteban Filargent en "De Cara al Negocio" (1947):
"Hasta ahora nadie ha logrado descubrir el sucedáneo del trabajo".
De aquellos polvos nos llegan estos lodos. Resulta que los sindicatos que parten el bacalao en España, porque parece que no hay más que dos sindicatos al servicio de los partidos socialista y comunista (por cierto los mismos que enarbolan banderas republicanas en apoyo a Garzón, es decir antiespañoles) cuando en realidad puede contabilizarse al menos 25 sindicatos, y el que dice representar a la patronal -valga la redundancia- llegan a un acuerdo sobre unos asuntos laborales y pretenden que semejante concordato pase directamente al BOE; y es que, claro, como a estos bueyes se les ha dado demasiada cuerda durante años, ahora no quieren trillar y se echan al monte, convencidos de que ellos gobiernan el país. Las leyes las redacta el ejecutivo, las aprueba el legislativo y las aplica el judicial, al menos en un estado de derecho, que no es España. ¿Y quien son estos merluzos que se permiten decir que los que redactan la reforma laboral son ellos porque los gubernamentales no tienen ni puñetera idea (un haragán de CCOO dixit). Estas son las herencias zapateriles. Mucho va a tener que escarbar Rajoy y sus chicos en las lentejas, como hacíamos en mi infancia sobre la mesa de la cocina, para separar los gusanos y las piedras que argamasan los lienzos de esta mísera España, más pendiente del partido Madrid-Barcelona, que de la imposibilidad de trabajo de sus hijos.
Por cierto que "un tal Blazquez", como fue definido por Arzalluz cuando tomó posesión del obispado de Bilbao, donde pasóles la mano por el lomo a los asesinos vascos sin contemplaciones ni rebozo de apariencia ante el resto de España y de su tierra abulense, ahora, arzobispo de Valladolid, da marcha atrás acerca de sus polémicas declaraciones sobre la vicepresidenta del gobierno que yo comentaba el otro día. ¡Que fino eres Ricardo! Sí, ya sé que los del PSOE se han lanzado en tromba a darle caña a la Iglesia en razón de este episodio, pero a mi no me metan en ese hediondo saco, mis opiniones son mías y raramente coincidirán con las del grupo socialista o con quien ejerza el poder, sea del cariz que sea. Ya conocen mi máxima: "Tú ataca siempre al poderoso; si tú no sabes por qué, él sí lo sabe"; y eso que poco a poco el PP va abriendo algunas luces al final del túnel legislativo, pero prefiero esperar y observar antes que brindar con champán (nunca con cava). ¡Pero que fino eres Ricardo! ¡Que sotana más camaleónica portas! Vale lo mismo para contentar criminales que para aparentar absoluto apego a la doctrina más retro. Tranquilo que Roma te pilla muy lejos, y si no que se lo digan a Rouco que más no se puede enredar para hacerse con la tiara y no ha conseguido ni aproximarse.
Del Romancero, refiriéndose al cerco de Zamora (789 de la colección de Durán, XXXII de los de El Cid) extraemos estas dos estrofas:
"Que los que acogen traidores,
traidores son llamados".
Felices sueños.
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