En la España de 1814 dos ilustres intelectuales se ven envueltos en una agria polémica: el erudito e hispanista alemán Juan Nicolás Böhl de Faber y el político y escritor español Antonio Alcalá Galiano.
Polémica en la que el primero, por otra parte, llevaba todas las de ganar, ya que defendía la introducción de las ideas románticas en España, en tanto que Alcalá Galiano abogaba por el clasicismo. Böhl de Faber, padre de la novelista Fernán Caballero, había nacido en Hamburgo en 1770, y desde 1794 se había establecido en Cádiz, donde moriría en 1863. Contribuyó enormemente a la difusión y revalorización de la obra de Calderón, y se dedicó a recopilar romances españoles. Alcalá Galiano nació en Cádiz en 1789 y murió en Madrid en 1865.
La entrada del Romanticismo en España se vio retrasada, fundamentalmente, por el gobierno absolutista de Fernando VII. Con todo, en las últimas décadas del siglo XVIII habían surgido ya unos brotes prerrománticos que, aunque no poseyeran la homogeneidad necesaria para constituir un movimiento, significaron un distanciamiento de canon neoclásico y el consiguiente declive de las influencias greco-latinas presentes en el siglo XVIII:
La aparición tardía del Romanticismo español determinó, por tanto, algunas de sus características: la persistencia de elementos románticos a lo lago de todo el siglo y su índole de postura conscientemente adoptada, muchas veces más de respuesta a una moda que una actitud vital.
Pero este Romanticismo llevaría también aparejada la resurrección de las diversas lenguas peninsulares y una importante vertiente jurídica que revalorizaría el derecho histórico y frenaría la codificación.
Decía Bernard Shaw:
"Las necesidades políticas, al ser satisfechas, redundan muchas veces en equivocaciones políticas"
Cuando yo era adolescente no me perdía ningún combate de boxeo de los que daban por la TV, a través del único canal que entonces existía. Pude ver boxear a Pepe Legrá, Urtaín, Pedro Carrasco... en fin, que no me solía perder un combate. También veía lucha libre, todo ello en el antiguo campo del gas, y siempre por la noche.
Anoche, naturalmente no me perdí el debate Rajoy-Rubalcaba, nunca entenderé por qué, pero lo hice, y puedo asegurarles que jamás he presenciado un combate tan amañado como el "duelo" de ayer. Dos horas de debate pactado descaradamente para no herir al adversario en donde más le podría doler. Y parece que a los poderes mediáticos y a la generalidad de los opinantes, les pareció suficiente. Unos opinan que ganó fulano, otros que venció mengano; a unos les pareció fantástico lo que dijo el vil Rubalcaba y a otros de perlas lo que arguyó el gallego; a mí me pareció una vergüenza estudiadamente versallesca que costó un dineral y que se deslizó por caminos embarrados pero lo suficiente resbaladizo para no roerse los pantalones.
En una cosa estoy de acuerdo con Rajoy: es imprescindible un cambio, pero un cambio de políticos, de administración y de régimen, es decir una revolución ciudadana.
¿Quien ganó ayer? Desde luego ustedes y yo no.
Y he dicho que es preciso un cambio de régimen, a sabiendas de lo que digo, porque mientras sigamos soportando golfos, también en la Casa Real, muy mal estamos. Y no es que me haya vuelto republicano, porque ya ven ustedes como se encuentran países en donde fueron expulsados los reyes e impuesta una república, como Grecia o Italia, pero la única institución que hace unos años era garante de la nobleza española se va a pique cada vez por más vías de agua, la última abierta por los duques de Palma, de quienes no se podía esperar otra cosa residiendo en Cataluña. Y he dicho de administración, para que, ni la carta Magna, ni cualquier otra ley facilite que chusma como Pachi López pueda postularse como el próximo secretario del PSOE, lo cual equivale a que se cuelen los asesinos vascos en el manejo político nacional sustituyendo en el ajetreo a los masones, que ahora van diciendo que son creyentes (a saber en que creen estos mamarrachos) y centristas.
En otro de mis excesos, ayer expresé el asco que me despierta la Chacón; bueno, pues hoy un grupo de militares ha manifestado su nausea por el viaje interesado por la campaña electoral, pues los muertos de la puta España a esta fulana le traen al fresco.
Al respecto, Ramón de Campoamor nos dejó este cantar:
"Te pintaré en un cantar
la rueda de la existencia:
pecar, hacer penitencia
y luego vuelta a empezar".
Buenas noches.
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