En el año 654 y para cumplir los acuerdos adoptados en el VIII Concilio de Toledo, celebrado un año antes, el rey Recesvinto promulga el código visigótico "Líber Iudiciorum", aplicable a godos e hispanorromanos. El código que viene a sustituir el derecho individual por el de territorialidad, consta de 12 tomos destinados al uso de los tribunales que lo utilizan como único texto legal válido. En su elaboración se han recogido los antecedentes aportados por los códigos de Chindasvinto y las leyes dictadas bajo Leovigildo. Modificado y aumentado con nuevas leyes en 618 y 693, el código del rey Recesvinto sería traducido a la lengua romance durante la Edad Media con el título de "Fuero Juzgo".
El ministro de Gracia y Justicia, Romero Robledo, al que, en razón de un viaje a Córdoba en que salieron a la estación de la ciudad del califato a recibirle el obispo de la capital y el torero Lagartijo, se expresó con un abrazo al afamado diestro y departió muy interesado con él. El obispo molesto se retiró, y al ser informado, el ministro exclamó:
"Obispos hago yo cuantos quiero, pero Lagartijos no hay más que uno y nadie podrá hacer otro".
Todos los buenos aficionados a la tauromaquia, y yo lo soy, sabemos que el mayoral de la plaza de toros de las Ventas de Madrid, atiende por el nombre de Florito, y es famoso por su manera de dirigir la recua de cabestros de la plaza, cuya misión es dirigir a los toros que han sido declarados inútiles para la lidia, hacia los chiqueros. Deduzco que, aunque no se sea un aficionado a la fiesta nacional, así llamada mal que les pese a algunos, todo el mundo sabe lo que es un cabestro, pero por si existe alguna duda, voy a exponer la definición que figura en el diccionario de la RAE: "Buey manso que suele llevar cencerro y sirve de guía a las toradas". En los encierros, por ejemplo de San Fermín, son de gran utilidad para empujar, y envolver en la carrera a los toros bravos que son de lidia. Habrá quien piense que los cabestros, también llamados mansos, no revisten ningún peligro; nada tan lejos de la realidad, un manso de 700 u 800 Kgs. lanzado, sin control a 50 Km. por hora podría destrozar media Pamplona si no fuera por los "pastores" que con varas les siguen a la carrera para, a base de palos, que es el único idioma que conocen y respetan, dirigirles por la senda correspondiente. Yo, que durante muchos años he ejercido como cirujano taurino, he podido comprobar que un cabestro, quizás por lo irreflexivo de su comportamiento, algo por otro lado, letal, puede, si arremete contra un corredor o inexperto viandante, destrozar a una persona que se interponga en su camino.
Pues señor, mañana sueltan a los cabestros de la progresía ciudadana a las calles para hacer lo único que saben hacer los cabestros, esto es "el cabestro". Y para ello no se exige, en países que presumen de democracias, una jornada de reflexión para estos energúmenos descerebrados tan peligrosos, insensatos, improductivos y juramentados de sí mismos, algo que sería de necesidad si consideramos que un simple golpe con la testuz podría desgraciar a uno de los bravos de lidia, los auténticos válidos para sostener la fiesta y aquellos que justifican con su sacrificio de sangre que estos mansos reciban el pienso diariamente. Pero ¿que sabrán los cabestros de estas reflexiones tan profundas? ellos tratan de guiar la manada sin preguntarse nada que para eso está Florito que con la vara les mantiene arracimados y empujando. Mas no puedo aceptar que, en una España con 6 millones de parados, en total recesión, es decir en caída libre, y con un déficit del estado disparado en casi un 50%, alcanzando el 1,94 del total del PIB, tanto cabestro suelto por las calles, y sin un Florito (léase Guardia Civil, por ejemplo) que les controle, pueda hablarse de derecho de los trabajadores, de reivindicaciones laborales y de lucha contra el fascismo, el capital y la banca asesina, como se argumentaba en la primera mitad del siglo XX, es decir hace un siglo, que es donde se han quedado las razones de algunas repúblicas bananeras o dictaduras criminales de izquierdas y, naturalmente, los cerebros de los cabestros que vaya usted a saber que entienden de estas consideraciones.
Los hermanos Álvarez Quintero, en "Romance del Libro Bello" hacía apología de esta bella arma contra la cerrazón de los cabestros con estos versos:
"Amigo de los amigos,
huésped de predilección,
eres amigo y maestro,
confidente y confesor;
compañero en las vigilias,
en la pereza, aguijón;
en la soledad, recreo,
y en los caminos mentor".
Buenas noches y cuidado mañana con los cabestros.
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