domingo, 3 de febrero de 2019

Cuenta Jan Karski en sus memorias que escasas semanas después de la invasión germana en Polonia, el 1 de Septiembre de 1939, fecha en que, se afirma, comenzó la Segunda Guerra Mundial, aunque en realidad comenzó la guerra solo para los abandonados polacos,  la ciudad polaca de Poznan se transformó en "una típica comunidad alemana. No había letrero en las tiendas y en los bancos que no estuviese escrito en alemán. Los nombres de las calles eran alemanes y también lo eran los periódicos... Sólo se oía hablar en alemán... Los polacos que se habían negado a que los germanizasen habían sido expulsados de diversas zonas de la ciudad. En muchos barrios, especialmente los del centro, ya no quedaba ni un solo polaco. Incluso había numerosas calles por las que no les estaba permitido transitar... Se veían por todas partes banderas hitlerianas y no había tienda que no exhibiese enormes retratos del Führer y sus satélites". "Un polaco -comenta Karski en otro párrafo- debía descubrirse ante cualquier persona cuyo uniforme o insignia señalasen como alemán. Si pasaba a su lado un alemán, el polaco tenía que bajarse de la acera. Un polaco no podía viajar ni en automóvil ni en tranvía y hasta tenía prohibido poseer una bicicleta. Se hallaba por completo fuera de la protección de la ley y todos sus bienes muebles e inmuebles, estaban a disposición de las autoridades alemanas". 
Este somero retrato de la invasión de una de las muchas ciudades europeas ocupadas por el nazismo, con sus consecuentes intolerancia falaz y embustera, supremacismo, fanatismo sectario, bajeza moral   y crueldad cobarde y perversa, abonado con la anuencia de buena parte de los ciudadanos de las tierras sometidas, magnetizados y corrompidos creyentes del pretextado argumento de ser conducidos hacia un mundo mejor, un universo de promisión donde manará de sus fuentes leche y miel, dirigida por una raza dominante de perfección física y mental, etc., que ya conocemos la historia, es el calco del camino iniciado, de manera progresiva desde hace 40 años, por la sociedad catalana y, en la actualidad, sus ridículas y peligrosas pretensiones independentistas. Peligrosas porque los nacionalismos destruyen, separan, y crean intolerancia y odio, y de ello la historia nos ha dado pruebas más que suficientes. Además los nacionalismos establecen argumentos para la diáspora frecuentemente ridículos, patrañas indigeribles, falacias absurdas y quimeras inaccesibles, que los independentistas exhiben, no con el rubor que cabría esperar de una persona de honor, sino convencidos y convincentes para todos aquellos que necesitan vivir en el odio, como las alimañas necrófagas se alimentan de los cadáveres que mataron los demás. Mas, cuando esos embaucados con mundos oníricos, con preciosas diapositivas coloreadas de tierras de fértiles pastos donde el ovejero llevará a sus confiados rebaños, se den cuenta de que han sido engañados... Jamás lo reconocerán, la culpa de no haber alcanzado un estado de ventura y prosperidad suma será de aquellos seres inferiores, "bestias carroñeras con una tara en el ADN, víboras, hienas, bestias con forma humana que destilan odio, un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con verdín... Les repugna cualquier expresión de catalanidad, es una fobia enfermiza, Hay alguna cosa freudiana en estas bestias... Se puede considerar al español como un elemento de raza blanca en franca evolución hacia el componente racial africano-semítico. El coeficiente de inteligencia de un español y un catalán... da una clara ventaja a los catalanes, que por supuesto son una raza superior", al decir de Quim Torra y sus monigotes del lacito amarillo.
¿Qué hago? ¿Le digo lo que pienso de ellos o le dejo que se muera imbécil? Pues vamos a dejarlos, aunque cociéndose en su odio, encima crecen. "Decía Balzac que “un imbécil que no tiene más que una idea en la cabeza es más fuerte que un hombre de talento que tiene millares”. Y si consideramos que quien puede mostrarles sus errores son Zapatero, Pedro Sánchez o cualquier otro político sito en un sitial del Parlamento español, que impiden la total felicidad de los españoles, pueblo alegre, capacitado e ingenioso, pero débil emocional a la hora de votar, con sus argucias... Mejor los dejaremos que se mueran imbéciles y paranoicos esquizoides, procesos morbosos que caracterizaron al carácter de Adolfo Hitler.

PD: Según la RAE: Imbécil  es persona que padece imbecilidad (deficiencia mental).
Paranoia: Enfermedad mental que se caracteriza por la aparición de ideas fijas, obsesivas y absurdas, basadas en hechos falsos o infundados, junto a una personalidad bien conservada, sin pérdida de la conciencia ni alucinaciones.
Esquizoide: Que tiene una personalidad que tiende a la esquizofrenia sin llegar a presentar la gravedad de esta enfermedad.
Diagnósticos profesionales.

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